viernes, 31 de mayo de 2013

Me crece la mariposa!



El otro día me dice asi con voz chiquita: mami, ¿qué se siente que alguien ande atrás de ti? Y yo bien sonza no le agarré el patín a la primera y le digo: ah pues si es un desconocido siento miedo, ¿alguien te persiguió? Me dice: ¡no, má, así no! Como se puso rojita y le noté una risita picarona entendí por dónde iba el asunto: ¡ah!, pues se sienten cosquillas en el ombligo, le dije y le piqué la barriguita. Se encogió todita ella, así como un cuyo y me dijo: ¡así siento mami! es que dice Ana que le gusto a Gael que anda tras de mí y a mi me da risa eso!

BUAAAAAAAA :'(

martes, 28 de mayo de 2013

Cuando sea grande





Entre amiguitas:

-       ¿Tú que quieres ser de grande July?
-       Yo voy a ser arquitecta, voy a buscar trabajo de eso, voy a juntar mucho dinero y cuando lo tenga voy a comprarles a mis papás el restaurante donde trabajan. Luego, voy a seguir juntando dinero. ¿Y tú?
-       Yo voy a ser cineasta, no actriz eh, yo voy a hacer pelícuals que me gusten mucho.
-       ¿Y con eso qué le vas a comprar a tu mamá?
-       Ella ya es grande.

miércoles, 8 de mayo de 2013

Insoportable




Hay días en los que algunas personas me resultan insoportables. Hoy es uno de esos días. No me soporto a mi misma. 

martes, 7 de mayo de 2013

El ciego y el avaro

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--> No existe alguien que nunca haya beneficiado a otro ser humano. Es curioso el flujo de las ayudas, no funciona como las leyes de oferta y demanda. Sospecho que no es tan simple como la idea del karma. Es más, cuando menos lo esperamos y quien menos sospechamos nos está ayudando, incluso si esa persona cree estar actuando para perjudicarnos, ¡pues ya está! Nos está haciendo el enorme favor de darnos una lección de vida pero hay que aprender a mirar más allá de lo que vemos. Todos somos instrumentos de la vida de una u otra manera. Ayudar es un regalo para nosotros mismos.

Un indigente ciego pide monedas todos los días en la misma esquina. Un avaro decide hacerle entender que está muy mal que mendigue, que no es el mejor modo de ganarse la vida. Cada día pasará junto a él y le dará monedas sin valor, fichas circulares de metal.
El indigente agradece todos los días la “bondad” del avaro que se marcha siempre sin responderle y creyendo que le ha engañado. Una mañana el indigente le sonríe y le dice:
- Usted, señor es la mejor persona que yo conozco. Creí que para mí todo estaba perdido pero tengo muy buena fortuna de haberle encontrado, he vuelto a creer que aún existen seres generosos.
El ávaro se mofa un poco para sus adentros pero le pregunta, quiere saber a qué se refiere y cómo sabe a quién le habla si este hombre es invidente.
- Usted debe ser muy pobre quizá tanto como yo, nunca lo he visto pero todos los días me da un puñado de metal, acaso sea lo único que usted posee pero intenta ayudarme. He querido agradecerle, vendí las fichas y puedo invitarle un café.
Una lágrima rodó por la mejilla del ávaro.

viernes, 3 de mayo de 2013

La loca


Me preguntáis como me volví loco. Fue así. Un día, mucho antes de que nacieran algunos dioses, desperté de un profundo letargo y descubrí que me habían robado todas mis máscaras -si; las siete máscaras que yo mismo me había confeccionado, y que llevé en siete vidas distintas-; corrí sin máscara por las calles atestadas de gente, gritando: “¡Ladrones! ¡Ladrones! ¡Malditos ladrones!”

Hombres y mujeres se reían de mí, y al verme, algunas personas, llenas de horror, corrieron a refugiarse en sus casas. Y cuando llegué a la plaza del mercado, un joven, de pie en la azotea de su casa, señalándome gritó: “Miren! ¡Es un loco!” Alcé la cabeza para mirarlo, y por vez primera el sol besó mi desnudo rostro, y mi alma se inflamó de amor al sol, y ya no quise tener máscaras. Y como si fuera presa de un trance, grité: “¡Benditos! ¡Benditos sean los ladrones que me robaron mis máscaras!”

Fue así que me enloquecí.

Y en mi locura he hallado libertad y seguridad; la libertad de la soledad y la seguridad de no ser comprendido, pues quienes nos comprenden esclavizan una parte de nuestro ser.

Pero no dejéis que me enorgullezca demasiado de mi seguridad; ni siquiera el ladrón encarcelado está a salvo de otro ladrón.

El loco
Khalil Gibran

"Todos necesitamos de todos"…ok
"Tú te has encargado de aislarte porque no comes con nadie, no vas a fiestas, no haces esto ni lo otro"…ok
"No eres como quisiera y lo respeto pero creo que deberías ser"… ok

Algunas veces les creo, les pido perdón por "no ser", pienso que tienen razón y que estoy muy mal como dicen. Siento que esa presión me aplasta y pareciera que sólo cediendo ante ella podría integrarme exitosamente con mi entorno. 

Luego recuerdo que eso no sería solo una claudicación sino un error, ya que lo negro seguirá siendo negro aunque toda la humanidad grite: ¡Es blanco!

No estoy de misantropa, lo que me pasa hoy es que, la neta, la neta me duele cuando la gente no es leal, me descontrola no saber que hay detrás de sus máscaras pero se que la gente es así. Somos así. Aveces muy ingratos, falsos. 

Cuando experimento desencantos y veo claramente ese lado miserable de las personas recuerdo que por mucho que me esfuerce por ser coherente y leal conmigo misma al menos, también padezco de esa miseria. Me queda entonces un sabor amargoso en la boca. Mas sé también que hay personas a quienes amo y me aman. Son muy pocos, es la verdad, pero son mis indispensables. A ellos les agradezco y espero lo sepan y espero corresponderles. A los demás también les agradezco toda su enseñanza pero se que no estarán conmigo más adelante y también yo habré de dejarlos junto al camino.

Gracias.

Irse

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Un día la nena abrazó a su muñeca, una bolsita con cosas que creyó necesarias y se marchó. Tenía tres años y mis tías y mi abuela me alcanzaron cuando había recorrido un par de cuadras para hacerme regresar sobre mis pasitos. Todavía las escucho llamandome. Es un poquito penoso tener tres décadas cumplidas y no terminar de concluir la independencia. Pero todo es trabajo constante, cambio, proceso personal le llamo. 

Cada vez que veo esta foto recuerdo la anecdota de mi primer intento por irme, tengo memoria de que sabía que no quería cinco mamás pero la mía no quería estar, así que me iba. Las cosas no son muy distintas ahora excepto por que ya también yo soy mamá y cada día pienso que quiero que la Guerrera aprenda de esta mudanza que podrá marcharse un día, volar sin peso extra en sus alas y sin sentir pena ni culpa por el camino elegido. Quiero que sepa que no estaré para retenerla sino para impulsarla. Hoy tengo treinta, abrazo a la Guerrera y me voy cada día un poco más.  

Fe de erratas: 32 (ouch)

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