lunes, 31 de octubre de 2011

Mi madre y yo


Sus delgadas y no tan largas pero atractivas piernas lucen medias, tacones y una minifalda; puede ser que este día elija una blusa negra o un suéter rojo de punto. No hay canas ni tintes, no hay arrugas que revelen que este mes cumplió 51. 

Cada día se complace escuchando a quienes le dicen que se ve mucho más joven y que no es posible que tenga una hija de 30 años. Es mi madre. Habíamos pasado mucho tiempo sin hablarnos ni convivir hasta que él se fue y necesité que alguien contara mis lagrimas y pernoctara hilvanando lamentos junto a mí mientras yo buscaba un cómo, un porqué. Al mismo tiempo ella se despidió de una añejo y maltrecho malamor

Unos meses después yo juraba estar lamiendo mis heridas y ella estrenaba salidas, con el señor X, llamadas nocturnas, mensajitos, regalos y visitas a su oficina. Me recetó su remedio, ya saben, "un clavo saca a otro clavo...", pero yo no, no va conmigo. La vi perder unas tallas y ponerse guapa como cuando yo tenía seis porque eso pasa cuando uno anda con las mariposas en la panza, se pone una guapa. 

Ya pasaron unos años y mi madre no desenreda más mi cabello por las noches mientras lloro abrazada a la almohada, aunque lo intenta, ya le he pedido que no me haga tanta sombra porque debo crecer; necesito mi espacio, le digo muchas veces y malagradezco sus cientos de llamadas que son para saber cómo estoy y yo le digo siempre que estoy muy bien que nada nuevo pasa, que me hago cargo de mí, de mi hija, de mi trabajo, del perro grande, del perro chico, que yo me hago cargo, que nada nuevo ha pasado, y que no estoy sola, que estoy conmigo, le aclaro y me ufano. 

Esa mujer, a menudo es más inquieta de lo que puedo aceptar en una persona cercana a mí,  pero algunos días me llama también porque está llorosa y necesita que los papeles se inviertan, me ha dicho, que la consuele yo, que la sostenga. Me he declarado incapaz, no he podido con eso. La escucho y estoy, intento ser solo hija, nada más. Entonces ella saca su maquillaje y su gran letrero de "no me interesa, yo puedo". Y sigue.

Otra vez,  quejosa, lamenta que los años pasen y que ahora el señor X, invite a otra. Pero al día siguiente, el señor Z le ha pedido una oportunidad de salir, "se me declararon", me dijo. Ella se sintió deseada y feliz pero dijo que no, solo porque está ocupada con su cambio de área de trabajo, cambio de amistades, emprender un negocio, estudiar en sistema abierto. Se le han metido esas cosas en la cabeza y ahora dice que no lamenta para nada que los años pasen, que se siente muy bien. 

Ella y yo somos muy distintas, ella corre y yo siempre voy parsimoniosa. A veces es como si yo siguiera bajo las cobijas espiándola mientras se pone las medias, el polvo de arroz y se acicala el cabello, soy esa niña pequeña que la mira preparándose para la fiesta de viernes por la noche o el fin de semana en un balneario al que porsupuesto, no me llevará porque ese es su espacio de mujer no de madre. Yo me quedaré bajo la cobija a jugar en ciudades imaginarias, a que soy un gato que ronronea o un delfín en las profundidades marinas. Ese es mi espacio.

martes, 18 de octubre de 2011

Volver a quererse


Ella despertó un dia de estos y dijo: soñé que mi papá y tu volvían a quererse. Eso no puede ser, porque nunca dejamos de querernos. Pero a él le gusta su casa y a mi me gusta la mía.

Yo, armadillo




Me pongo un caparazón duro, muy duro. No quiero que nada me vuelva a doler.

miércoles, 12 de octubre de 2011

México competitivo

México es...

  • Primer lugar mundial en intercambio de archivos digitales con contenido pornográfico infantil. 
  • Segundo lugar mundial en producción de pornografía infantil. 
  • Primer lugar en el continente americano en turismo sexual infantil. 
  • Tercer lugar mundial en trata de personas con fines sexuales.

Pausa

 Son casi las once. La lluvia, la fila en el súper, un retraso en el metro, o lo que sea, me retrasó otra vez y ella ya está dormida. La beso largamente. Huele, como siempre, a juegos y a galletas dulces. En el jardín, los perros me esperan. Deseaban escuchar el amoroso sonido de las croquetas en los tazones de aluminio y una palmadita en la cabeza. Mañana, me digo, mañana llegaré más temprano. Hace frío.

martes, 11 de octubre de 2011

La gente no cambia... los genes no engañan



...son asuntos de familia que no se pueden tratar...

Reforma amorosa

No se qué tenía la leche esta mañana o si me pasé de prozac pero estaba contenta pensando que el amor existe y que no debería tener fecha de caducidad y que quienes se unen lo hacen por motivos tan poderosos que en realidad no tienen verdaderas razones para separarse y que jamás deberían hacerlo. Pero viene este cuate y me tumba el castillo rosa y me dice que vive con su esposa como siempre y que si, que la quiere pero que no la ama. ¡Shaaa! Y encima del tinglado me apunta que tan la tiene, (la fecha de caducidad), que algún simpático ya está pensando en una iniciativa para que los matrimonios sean como contratos (¿no ha sido así siempre?). Sí, pero “se harían matrimonios por dos años, al termino de ese tiempo cada uno es libre de hacer lo que quiera o de renovar”. ¿Renovar?, ¿eso se puede? Ya no me siento tan feliz. 
Bien entonces se me ocurre que el matrimonio debería estar prohibido y también vivir en pareja y enamorarse. Prohibir el amor. Ese sería el remedio. Y entonces vendría la revolución de los amorosos. Y los verdaderos amantes se aferrarían a encontrarse mientras que los mediocres del amor se quedarían al margen de estos asuntos y ya no estorbarían con sus molestas infidelidades y sus egos y sus rutinas y sus pretextos para matar al inocente amor. Amén

viernes, 7 de octubre de 2011


Mañana esa chica volverá a recorrer el pasillo con el mismo propósito: eliminar las rayas negras que dejan en el piso los tacones de las señoritas de esta oficina durante la jornada. Se encorva durante horas tallando con fuerza sobre esas molestas rayas. La miro alejarse sin levantar la mirada. Detras de la mac ya solo alcanzo a ver su cabello obscuro, lacio y sin gracia. Mañana volverá a pasar por aquí con su cepillito y su escoba. O quizá no, quizas no regrese y nadie más lo note. Será otra chica la que recorra el pasillo con la mirada fija en las rayas que desaparecen lentamente, neciamente, solo para volver a aparecer una vez que ella se halla ido.

sonrisas


De chica sonreía muy poco en público era una de esas niñas de las que la gente decía:  ¡qué bonita niña! ¡tan seria! ¡tan bien portada! En primaria la maestra dijo que era autista pero nada de eso, en casa era hasta parlanchina. Muchos años de mi vida me costó trabajo soneir. Hace poco tuve parálisis de bell y supé cuánto apreciaba ese sencillo y cotidiano acto: sonreir. Durante algunas semanas no pude hacerlo y sin embargo, me reía de la enfermedad y de todo lo que pasaba alrededor esos días. Me recuperé pronto. Aún hay millones de motivos para sonreir y es lo primero que hago cada día. ¡Lo prometo!

con mucho pasado y más por venir

"Las mujeres con pasado y los hombres con futuro son las personas más interesantes”

Chavela Vargas

... y coincidir


El destino se nos presenta en cualquier persona con la que nos relacionamos. Cada una de estas personas se convierte en destino para nosotros -y nosotros, en destino para ellas- Por tanto, el amor al destino significa amar tanto al destino que se me presenta en el otro -que me enriquece, me desafía y también me golpea a través de él- y, muchas veces, también golpea al otro a través de mí. De este modo, todo encuentro con otras personas se convierte en más que un mero encuentro entre ellas y yo. Se convierte en un encuentro de destinos que actúan detrás del otro y de mí. Pueden ser destinos gozosos o dolorosos; pueden estar al servicio del crecimiento o de la limitación, dando o arrebatando la vida. Así pues, el amor al destino es el amor último, que exige lo último de lo último y toma lo último. En él nos superamos. [...] 
Los Ordenes de la Ayuda. 
Bert Hellinger 

Nacimos solos, moriremos solos pero estamos condenados al deseo de ir acompañados. Nuestro destino se va tejiendo con los hilos que nos encuentran y nos desencuentran. Vamos descartando a unos y seleccionando a otros, no desinteresadamente. Pedimos escucha o conversación, aceptación, instantes, compañía. Y aun así luego resulta que no cualquiera es merecedor de la etiqueta de amigo, requisitamos al menos, coincidir. Alguien puede ser menos o más selectivo pero todos, todos piden algo y tienen un secreto interés cuando se acercan a nosotros. No es que esto sea bueno o malo. El punto es que en esa labor vamos cosechando experiencias, anécdotas, recuerdos. La cosa es saber cuándo habremos de cortar la raíz de una relación, y dar la vuelta. Llegado el momento veremos señales de que una de las  plantas no está dando más los frutos adecuados. Podemos dejarla en el huerto y será planta de sombra para recordar cosechas pasadas, pero hay que saber que algunas pueden convertirse en maleza y echar a perder el retoño de otras semillas. 

Nadie sabe de qué manera habrá de llegar su hora, si serena, durante el sueño, apacible o trágica, agonizante, angustiosa, de espanto, si tendrá oportunidad de un adios… pero habrá una última fracción de tiempo, ese instante en que nos será concedido hacer el inventario y constatar que no importa cuánto hallamos acumulado, todo se quedará aquí; no importará el prestigio, la experiencia, el placer, los actos heroicos, el conocimiento, el talento, nada por lo que hallamos luchado en vida si no podemos partir con la gozosa experiencia de llevar un equipaje de afectos, sinceridades, coincidencias, encuentros, desencuentros, esas cosas que sí son importantes. Sin olvidar que es necesario cerrar ciclos y sin embargo, como apunta Hellinger, es cierto, todo encuentro es destino.

Aunque hoy, cuestiono mi capacidad para mirarlas o para dejarlas pasar de largo (porque obviamente, no soy infalible), habré de llevarlos en mi equipaje, harán la diferencia en la balanza, serán lo único que permanezca tatuado en el alma.

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