martes, 28 de junio de 2011

Llueve, llueve


Una temporada de calor infernal ha terminado. ¡Llegaron las lluvias! 


miércoles, 22 de junio de 2011

Alineaciones

Muchas veces, uno dice que 'los astros se alinean'. Nunca para mi esto habia tenido más sentido que ahora. Ulises resuena en una sesión reciente: acciona, demasiado es más de lo que necesitas, hay un momento reservado... y así por el estilo.

oOo

Últimamente mi madre y mis hermanos pasan el fin de semana conmigo y con Fatima. Nunca creí que diría esto pero, lo diré: ¡se siente tan bien saber que mi madre está ahí! La llamo por su nombre y no mamá cuando me dirijo a ella pero cada vez es más dificil decirle madre a mi abuela cuando las tengo juntas. A ninguna de las tres parece incomodarnos esto, es posible que todo se trate de mis alucines pero es como si las tres supieramos que asi debe ser que poco a poco nos alineamos en una orbita más armoniosa donde madre es madre, abuela es abuela e hija es hija. Algunas veces como este domingo hasta hemos podido hablar de cosas que antes fueron prohibidas o dolorosas, de padres ausentes o ficticios o añorados, de hermanos no nacidos, de espejismos, de enojos rancios y no ha sido necesario enfrentarnos o sentarnos a deshilvanar nuestra historia como imaginé un día que podría ser, no. Esto ha ocurrido así como cuando el mago va sacando pañuelos de colores del sombrero y esta vez sé que los suaves trozos de tela no volverana entrar, salen nos sorprenden se esfuman en vaporosa despedida. Los dejamos ir mientras cocinamos juntas o vemos llover y también mi hermana ha estado ahí. Sí, si tengo una hermana. Sí, si tengo un lugar.

miércoles, 15 de junio de 2011

Mujer, luchadora incansable

Estación Guerrero, somos muchas. Los cuerpos femeninos en tensión, el pecho de una hacia delante, los puños de otra, aferrados a la estructura metálica del vagón…¡no están en la merced!, grita una al fondo, y otra pacifista exhorta: ¡ya déjense señoritas, Marcelo ya puso cámaras, muchachas ¿quieren acabar en el torito?, …con un vigoroso movimiento de cuello, una de las contrincantes echa hacía atrás su larga cabellera negra y deja ir un codazo en el rostro de la trigueña que desgarra el denso aire con un fiero zarpazo y alcanza la sien de su rival…¡milagro!, se abre la turba para dar espacio a la acalorada pelea como las aguas del mar rojo alguna vez ante Moisés…¿qué es esto?, ¿es sangre? La mujer que, junto a mi, invita al diálogo y la paz continua: ya bonitas no olviden lo que son: son personas! Déjense ya! Pobrecitas, pobrecitas, míralas que mal se ven me dice… para entonces el público ya ruge apasionado, la rubia no suelta la melena de la trigueña y esta le alza la falda en un intento desesperado por conseguir la distracción de su oponente, lo logra, se ha zafado se va sobre ella, las bocas se abren y emiten gritos sordos, insultos aberrantes, los brazos extendidos, las piernas se arquean, se flexionan, se vencen los tacones…¡parecen perras!, ¡han de comer puro sope!...las puertas se abren, estación Hidalgo, el hervidero humano saca rodando a las aguerridas bellezas, que con más espacio, en el anden y tras la línea amarilla serán separadas, a la vista de chismosos se arreglarán la ropa recién arañada, se darán cuenta de que algunos incluso, ávidos de morbo han sacado celulares para grabar, quedarán expuestas en lo que queda de su encanto mañanero. Pobrecitas, pobrecitas, dice la pacifista de mi lado del vagón, señoras o señoritas los polis van a pasar encima de ellas antes de dejarlas salir. Sí, la lucha femenina es un deporte bellísimo, me digo yo... ¡pelea!, ¡pelea!, ¡pelea!, ¡pelea!, ...

jueves, 9 de junio de 2011

Perdonar

Perdonar es un regalo que podemos hacernos de vez en cuando. No se trata de olvidar un agravio, no se trata de conceder segundas, terceras o cuartas oportunidades. Esta definición que halé por ahí me pareció muy certera y más fácil de comprender, así es más sencillo aplicarlo.
”confrontar las reglas rígidas que uno ha trazado para el comportamiento de los demás, y es la poderosa afirmación de que las cosas malas no arruinarán nuestro presente, aun cuando hayan arruinado nuestro pasado”.

Hermana


Me hubiera gustado tener una hermana con quien compartir la infancia y la adolescencia, con quien jugar y tener secretas complicidades y experimentar las peleas que preceden a disculpas que no necesitan ser pronunciadas...bueno, no en esta vida, no en este espacio, no en este tiempo...

martes, 7 de junio de 2011

Yo y Platero y yo

Nos pidieron compartir un pensamiento, anécdota, reflexión de cómo o porqué los libros eran importantes en nuestras vidas. El ejercicio me hizo ver que sí, que los libros son esos "otros" en la vida, son voces, compañeros, hay recuerdos para cada libro o libros para cada recuerdo. 

Compartí lo más remoto que tengo. Acá lo dejo. 


¿Platero y yo? ¡Pero no tiene dibujos y las letras son muy chiquitas, mamá! Así protesté a los seis años cuando ella trataba de inculcarme el hábito de la lectura como se inculca el de cepillarse los dientes. De tanto en tanto mi madre revisaba y hacía preguntas y si yo no había avanzado en la lectura de la vida de ese burrito, Platero, pues castigo y el castigo era leer más. Cuentos, lecturas en los libros de texto de mis tías que por entonces estaban en secundaria, artículos en revistas, notas en el periódico. Así fue como el castigo se prolongó y Platero iba siempre en mi mochila, en mi chamarra esperando a ser leído y fue el burrito en el que llegué a los libros. Cuando me di cuenta ya leía porque sí, porque quería, porque era algo que se hace, que se disfruta, ya no era un castigo. Mi mamá dejó de pedirme que leyera Platero y yo, y yo, lo leí porque quise leerlo.

La de la foto es la portada de la edición incompleta que yo tuve y que aún conservo por ahi, deshojada de tanto no leer o de tanto leer, ya no lo se. Por cierto, aunque lo parece, Platero y yo, no es un libro para niños, pero mi madre no lo sabía y se lo agradezco ahora. 

Jurar en la Villa

(...)

- ¿Y por cuánto tiempo?


- De aquí a los quince de mi chavita


-¡Órale! Yo también como que quiero ir a jurar a ver si es cierto que la virgen me quita lo pinche briago.


- Y ¿porqué no vas?


- Naaaa, no creo que sirva si ni mi madrecita me convenció y ya hasta se murió.


- ¡Mta! ¿Y prefieres seguir tragando mierda?


- Pues si me gusta ¿por qué no?

¡Ah si! eso que ni que, como aquí nos deja ver este teporochito que escuché en la estación Guerrero, la madrecita de un mexicano tiene mayor jerarquía que la virgen misma, y si ni ella pudo, pues...

El mar

¿Cuántas semanas fueron? o ¿meses? Harto trabajo, bien merecido me lo tenía después de ese sabroso encuentro con el marecito. Ni siquiera había podido bloguear estas líneas. Mejor tarde que nunca.

Estoy juguetona entre espuma, olvidando hasta mi nombre, de dónde vengo, qué cosas importan o si realmente importan; soy niña conociendo el mar otra vez por vez primera. La playa se ha quedado lejos, personas me saludan con la mano en alto, no me importa tanto, las había olvidado, la brisa me acaricia la cara y la prefiero. Es un instante tan solo. Regreso. Entra conmigo, hija, te lo presento, él es Mar.



Estas también, y esta, otra más y estas, no dejen estas otras. Pasaste todo el día poniéndolas a nuestros pies. Tan generoso como eres, insististe en que las lleváramos a casa. Blancas, cafés, grises, moradas, enteras, rotas, lisas, rayadas, amorfas. Pusimos una bolsa muy grande llena de ellas en la cajuela del carro, hubiéramos querido traer más en serio pero, ¿qué le regalarías a otras niñas, Mar amigo? 


Ya, si que duele, hija pero ellos saludan así, no tienen manos, tienen pincitas. ¡Ciao Cangrejo!

¿Y esa escalera de fuego que sube del agua al cielo? es el sol que aquí no se esconde para que se haga de noche sino que se mete a bañar.

Sabías que regresaría. Te encontré tan eterno, tan paciente y tan inquieto; me recibiste  tan agitado como cuando nos despedimos aquella última vez. Era una mañana fresca igual a esta y como ahora con un beso salado me lo dijiste todo, que no podría irme sin prometer que volvería. 

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