jueves, 28 de junio de 2012

Lección de política




Por la noche, le doy una mirada al mundo: Assange, el narco, la guardería ABC, ancianos abandonados, cierres de campaña, droga y corrupción en el Aeropuerto de la Ciudad de México, un Tepito salvaje, poco avance en materia de derechos para los animales…una larga lista, pero solo es una mirada y un suspiro, quizá una oración por todo antes de dormir. La Guerrera no se ha dormido, me acompaña ya que hago esto mientras programo la serie que seguimos, es acerca de cuentos de hadas, pero esta vez le ha interesado más el recorrido noticioso. Y así, comienza el interrogatorio, porqué esto y porqué lo otro, en resumen:

- ¿Porqué pasan esas cosas ‘ma’?
- Pues por las leyes, porque eso es lo que dicen las leyes.
- ¿Las del libro?
- Sí, de la constitución.
- ¿Pero qué tienen que ver?
- Tienen que ver todo, aunue no sea lo más justo, es un reglamento y los presidentes, los jueces, los policías y todos deben hacer solo lo que digan las leyes, si algo no está en las leyes pues no vale… no pueden (porqué no me pregunta cómo se hacen los bebés o porqué las niñas no tienen pene, dios mio, qué agobio)
- ¿Pero el presidente puede cambiar las leyes?
- Pues ejem…si, en cierta forma.
- ¡Entonces quiero ser presidenta!
- (Gulp) Bueno hija pero no es así, mira también hay diputados y senadores y otras personas que si no están de acuerdo no aprueban lo que el presidente diga…y así…
- Entonces quiero ser diputada o senadora, “la senadora Fatima”, ¡ahh es como en La guerra de las galaxias!
- (sic) bueno si, algo así, … mañana pensamos en tu candidatura, ahora ya duérmete,
….
..
.
(Charros).

viernes, 1 de junio de 2012

La loca carrera


Alicia pensó que todo esto era muy absurdo, pero los demás parecían tomarlo tan en serio que no se atrevió a reír, y, como tampoco se le ocurría nada que decir, se limitó a hacer una reverencia, y a coger el dedal, con el aire más solemne que pudo.


Tengo el seño fruncido, el gesto duro. No soy de esas personas que sonríen fácil cuando algo les sabe a pasto apestoso. Si me sabe a pasto apestoso, pongo cara de pasto apestoso. Seguramente llevo un buen rato así y no me había dado cuenta. He estado jugando al simio oficinista. Ya saben como es ese juego, es como La loca carrera que organizan los animales después de nadar en el diluvio de lagrimas de Alicia.


“(…) voy a contaros cómo la organizó el Dodo: primero trazó una pista para la carrera, más o menos en círculo ('la forma exacta no tiene importancia', dijo), y después todo el grupo se fue colocando aquí y allá a lo largo de la pista. No hubo el 'a la una, a las dos, a las tres, ya', sino que todos empezaron a correr cuando quisieron, y cada uno paró cuando quiso, de modo que no era fácil saber cuándo terminaba la carrera. Sin embargo, cuando llevaban corriendo más o menos media hora, y volvían a estar ya secos, el Dodo gritó súbitamente: '¡La carrera ha terminado!".


Bien, pues así es el juego del simio oficinista pero aquí no corremos para secarnos. La verdad, es que de pronto parece como si a todos hubiera dejado de interesarnos el resultado final del trabajo en equipo: el libro. Al chile. Todos quieren llegar a distintos puntos (llámense, ego, superación profesional, productividad, ascensos, la quincena, la papa, proceso creativo, curriculum, años para la jubilación, pago de deudas, adicción al trabajo, demostrar que se es el mejor en algo, no importa qué, whatever) y la regla es correr, correr mucho en la persecución de metas individuales, correr y correr y chocar, golpearse, competir y estorbarse los unos a los otros. 

En La loca carrera el noble Dodo propone que todos han ganado y todos merecen un premio. En el juego del simio oficinista, se corre y se corre solo para quedar muy agotados, enfermos, exhaustos. Y al final, ¿el premio está en el delantal de Alicia? ¿Son caramelos y un dedal?. Ya se está en la competición y se juega. Vamos parando, haciendo un alto. Sigan corriendo, yo ya me cansé. Respiro.

oooooooooooooooooooooom

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