jueves, 21 de octubre de 2010

La vida es juego

La imagen es de
Alguna vez se han preguntado ¿Qué carajo le estoy enseñando a mi retoño? o ¿de qué va la vida de este enano que crece mientras yo trabajo? Bueno mejor ni traten de responderse pero observen sus juegos y verán.

Emiliano olvidó a Ozy en casa, lo encontré en el sillón durante mi último rondín de intento de orden hogareño antes de dormir. Iba a ponerlo en el baúl junto a otros muñecos de peluche pero Fatima me lo impidió.

Con cajas de zapatos y cobijitas calientes había preparado dos cómodas camitas y las tenía dispuestas en la recamara. Una camita era para Cacahuate, el oso siempre sonriente que Madrina le regaló hace unas navidades. La más pequeñita de las camas era para Ozy. Y la miré arroparlos con pijamas rosas, acostarlos cuidando que no se dieran la espalda, cobijarles bien hasta las patitas para que no les entrara frio, contarles un cuento y dejar un vasito con agua junto a cada cama por si de noche les daba sed. Les dio besos y dijo con seriedad: listo, ya están dormidos.

Yo no soy consciente de ser una mamá tan dedicada, a decir verdad creo que no lo soy, es decir, cuento un cuento cuando no es tan noche, la cobijo pensando que no deseo que se enferme y tener que llevarla al médico y la mando a beber agua para que a media noche no interrumpa las pocas horas de sueño que tenemos de lunes a viernes.

- ¡Wow que cuidadosa eres!, ¿quieres igual a Ozy que a Cacahuate aunque no sea tuyo?
- Lo voy a querer mucho mientras Emiliano regresa por él. No quiero que se sienta solito.

Dos cosas me dice esto: que se siente acogida por el mundo aún cuando no esté yo y ella brinda igual protección a otros; que ha aprendido a dar a los demás lo que le gusta recibir. Al menos es la lectura que me gusta darle a ese juego. ¿A qué más juegan los niños?

 

Este pájarito te hace reir...


Voy rumbo al banco. X banco. Voy a hacer x pago. Acabo de comer rico con agradable compañía, en una tarde de rico solecito, de pleno otoño y no pienso en nada en particular. Veo el café de los chinos pero no lo miro, a la mujer que vende dulces al nivel de la banqueta y le habla a un niño moreno en algún dialecto. No sé lo que dice y no trato de imaginarlo. El gran danés está afuera del local de las copias con esa forma tan especial de parecerse a su dueño. Los mismos ojos saltones, iguales cachetes colgados. X perro, x dueño. Hay obras en la avenida y mucho desmadre vehicular. Muy ajeno a mí, x conductores encabronados y acalorados, x obra en la ciudad. Como decía, no voy pensando en nada en particular. Viene un pajarero. ¿Los conocen? Esos hombres de facha provinciana que cargan muchas jaulas apiladas con pájaros de diferentes especies en su interior y los ofrecen a las amas de casa que gustan colgar jaulas en los corredores de sus casas para encerrar algo de música. Pero este pajarero es diferente. Son pájaros de plástico, en jaulas de plástico con flores de plástico. Con seguridad son meidinchina y usan pilas triple a pero se escuchan como una parvada de verdaderas aves paradisiacas. Las miro fijo y en un segundo viajo a lo profundo de un bosque fresco. Unos pasos más y el pajarero y yo coincidimos en el camino. Yo pensaré que me gustaría tener un ave cantora y plástica en el escritorio de la oficina. Nadie la toleraría pero ambientaría mi propio bosque y sería la venganza idónea contra las otras muchas aves que graznan todo el día en sus escritorios. El pajarero me dirá: Lleve un pajarito seño, pa’ que quite esa cara triste. ¿Triste?, ¡¡¡¿WAF?!!! ¿quién está triste?, ¿seño?, ¿qué coño quiso decir con eso?, ¿pájarito?, ¿a poco si quitan la tristeza?, ¿porqué nadie me lo dijo antes?, ¿de qué carajo hablaba este pajarero igualado?

La imagen

El amor no se crea, no se destruye, solo se transforma

Hace un par de meses que los jueves me impulsa un apuro especial por llegar a casa. No quiero perderme verla feliz con él, verla abrazarlo y verlo a él recuperar un poquito de lo que sus decisiones de entonces le impidieron tener. Ver esos dos corazones tan llenitos inunda el mío.

Todo en aquella noche quedó congelado en el alma. Las últimas palabras, la boca amarga, su mirada incapaz de encontrarse con la mía, el golpe seco de la puerta sellando una nueva ausencia, las luces de la calle iluminando una sala que no nos vería más reunidos en ella, un cuerpecito tembloroso abrazado al mío, sus pasos llevándoselo hacia otra historia por la escalera y un ruego: ¡Papi no te vayas!

Luego vinieron días muy tristes. Una noche la Guerrera sintió que él dormía junto a ella y al despertar se encontró sola. Fue el llanto más amargo. Como ésa, muchas noches volvería a verlo sólo en sueños, volvería a llorarlo y a llamarlo, a reclamarlo sin encontrar respuesta. La descubrí tantas veces espiando el abrazo de otros papás a sus hijas y anhelando secretamente que las cosas fueran distintas. Que la historia nunca hubiese tenido un final.

Una tarde la Guerrera me confesó que había dicho una mentira. En el consultorio Verónica le había pedido que escribiera el nombre de lo que sentía en un papelito. La palabra había sido Tristeza. Después, Verónica le indicó que lo hiciera bolita, lo dejara en el bote de basura y que finalmente dijera si ahora ya no sentía lo que había escrito. La Guerrera dijo que ya no sentía tristeza, que el truco había funcionado pero no era verdad.

Me dijo que su tristeza era igual a sentir que el corazón era cada día más pequeñito, que era como tenerlo apretado en una caja muy chiquita y no poder respirar. Dijo que lo amaba que no quería olvidar su voz pero poco a poco dejaba de recordarla por que él no venía y ¿por qué no venía?.

No tuve respuesta pero confesé: yo también lo extrañaba. Yo también lloré hasta quedarme hecha sal, yo también deseaba que nada fuera real y que un día al despertar estuviéramos juntos otra vez para hacer las cosas de siempre, pero a los 27 años debía obligarme a entender lo que la Guerrera aprendió a los 4, que nada es para siempre, que las personas no nos pertenecen, que una vez decidido el rumbo, es preciso quemar las naves para jamás volver, para sobrevivir, para cerrar ciclos...para crecer.

Han pasado dos años desde entonces y he aprendido muchas cosas, resignificado otras tantas y me he desprendido de muchas que no me corresponden o que ya no caben en mi maleta, que intenta ser cada vez más pequeña y a cambio de ello he recibido mucho. En ese camino un día me encontré de frente con él. Pero me quedó claro que éramos nuevas personas. Que los funerales habían terminado y era momento de una bienvenida cordial a ése que jamás había dejado de estar en el corazón de la Guerrera.

Ella tiene días felices ahora porque el círculo que la contiene es entero, es un abrazo fuerte. Yo deseo que duren mucho tiempo y se congelen también en su mente y en su alma.

Él nunca tramitó un régimen de visitas como indica el protocolo y como sería deseable para garantizarnos su presencia y no sé si lo hará pero viene cada semana tan solo porque la ama y parece que no desea perderse esas cosas que únicamente con ella podrá vivir.

Deseo que ella sepa que las personas pueden marcharse porque cada quien es dueño de su propia historia pero que los corazones pueden permanecer unidos fuertemente. Que ese día el mundo no se rompió. Que su corazón no se encogió pero dolía porque debía crecer para contener un amor más grande. Deseo que recuerde que el amor no se crea, no se destruye, solo se transforma. Y que hay afectos en los que podrá confiar por siempre. Que el amor sí puede ser una certeza.

Si entonces su corazón se sintió tan pequeñito estoy segura de que ahora se siente inmenso y luminoso y eso me hace feliz también.

Cada jueves él vuelve a marcharse y sus pasos vuelven a llevárselo al final de nuestra calle a obscuras, donde lo vemos dar vuelta y deseamos que le vaya muy bien, que regrese, que haya más historia para los tres.

lunes, 18 de octubre de 2010

Decir o no decir, esa es la cuestión



Le dijo y me dijo lo que también a ti te dijo pero yo te dije y como le dijiste y le dijo que te dije pues me dijo que le dijiste y yo digo que no debiste decir. 
Así me reclamaron. Alguien escuchó, me apené, me sentí culpable, chismolera, chismosa, arguendera, llevaytrae, pero luego lo medité un segundo y finalmente decidí no ofrecer una disculpa porque el chisme es un comentario infundado o verdadero pero que sabemos que perjudicará a terceros y no habían ocurrido así las cosas.

En este caso, alguien a quien aprecio era dueña de un algo íntimo y decidió que no era tan íntimo y lo compartió con alguien más y ese alguien más decidió que podía esparcirlo un poco más y así, así, se esparció hasta que una cuarta persona me estaba contando algo que yo ya sabía y yo decidí recomendarle a la original dueña de ese algo que fuese más cuidadosa con lo que compartía o con quien lo hacía.

Mis intenciones no fueron malas y menos meter a nadie en un “pedísimo” como me han dicho esta mañana que tuve a mal hacer pero dicen que las peores cosas en la historia se han hecho con las mejores intenciones, y una estricta definición de la palabra chisme es: una interesada deformación de los hechos con fines específicos; así que no importa si buenas o malas, mis intenciones no son excusa. Luego entonces, asumo la consecuencia de haber decidido decir lo que me dijeron.

El fin de semana pasado me tocó a mí que me encabroné con un alguien porque también le había dicho un algo íntimo mío a otro alguien y ese alguien decidió que podía usar ese algo para hacerme una bromita de mal gusto. Supongo entonces que una vez que decimos algo dejamos de ser dueños de ello porque  los demás deciden si tienen o no una buena razón para esparcirlo y no nos lo consultarán.

En la historia de la humanidad, las personas han tenido siempre la necesidad de contar, transmitir y compartir. Así, primero fue la tradición oral y luego la escritura y luego los blogs, je. Pero el ser humano, animal tan subjetivo, no se conformó con las historias reales y las redujo luego a fabulas, leyendas, mitos y hasta a chismes y rumores. No olvidemos que incluso, algunas veces los chismes han sido utilizados como armas bélicas o con fines tan perversos como la adquisición de riqueza y poder.

A saber, en muchas ocasiones hemos sido víctimas y victimarios de este mal. Algunos esparcen el chisme por no tener otra cosa que decir y otros por nomás joder, porque chismeando enredan, disminuyen la reputación de otros y manipulan situaciones u obtienen alguna ventaja en las relaciones sociales o laborales. 

Y otras veces los chismes son niñadas, cosa de ocio, conversación frívola, aunque no menos peligrosa digo yo y debo admitir que sí, que lo he hecho, pero este no era el caso. Armé un pedísimo, dicen. Para otra vez, cada quien que divulgue lo que le venga en gana. Waaaaaaaaaaa.


Hace unos años preferí olvidarme de que había estudiado periodismo y ganarme la vida como mesera antes que aceptar trabajo en una desagradable revista de esas que pagan muy bien por escribir muy mal acerca de lo que hacen y hasta de lo que no hacen los famosos. Una vez cuando ya el hambre era muy cabrona intenté hacerla de paparazzi y eso sólo porque no tendría que escribir nada, nomás grabar, por cierto que ni me lo pagaron y mejor porque así, hasta hoy mi conciencia estaba en santa paz con los asuntos de la intimidad ajena, pero en casa del jabonero...

jueves, 14 de octubre de 2010

De los 33

Casi nunca me da por hacer números pero ahora que mi ardilla encuentra laaaaaargos ratos de sano esparcimiento en la súper carretera de la información, se echó a correr por el carril de mi hemisferio izquierdo. Digo que algunos números me parecieron ociosamente interesantes nomás.

Me llamó la atención que fueron 33 (como la edad de Cristo nuestro señor jeje), los mineros atrapados durante 69 días (el número me suena a no sé qué de kama o sutra). También supe que el rescate costó unos 20 millones de dólares, lo que me hace virar a mi hemisferio derecho y pensar que soy muy que muy afortunada de haber nacido en México. Acá la pura factura de nuestra fiesta de bicentenario salió en 230 millones de dólares y 45 de estos se gastaron en tan solo 8 horas (transas bajo el agua aparte).  Y además pagamos esos 20 millones por El Jefe Diego solito y en más lo valoramos, jeje (bueno sus allegados).  
Hago cuentas (ociosas) y me sale que nos alcanza para unos 10 rescates como el de la mina San José, tendríamos 10 cápsulas Fénix y nos sobrarían unos cuantos millones. Osea que si se derrumba el techo de la oficina y me quedo ahí con mis 33 compañeros del Anexo de la editorial, seguro salimos vivos (si antes no nos matamos unos a otros, claro).
Somos ricos, ricos, ricos muajajajajajajajaja! Bueno, eso ya lo sabíamos, con los sueldazos que le pagamos a nuestros cientos de senadores y diputados basta para comprobarlo pero nunca es malo confirmarlo.

Y ya sólo me queda decir que leí las historias de los 33 chilenos. Por sí solas, son vidas como las de cualquier otro ser humano. Todos son mineros (jo) y la mayoría de ellos ya no quería serlo antes del accidente, casi todos tienen esposa e hijos, sueñan con tener más que con ser, uno es fan del futbol y otro de Elvis Presley, al más viejo le faltan tres dedos, otro tiene una gran colección de rocas en su casa porque es apasionado de la minería, y uno más era casado pero con su detallito y whatever pero la suma de esas vidas y el ingrediente de lo que ocurrió durante más de tres meses bajo tierra hace que este espectáculo global se convierta en una gran historia que contar, y ya sabemos que los cineastas y documentalistas no dejarán pasar esta oportunidad y que hasta el guapísimo Javier Bardem está esperando papel. 
¡Ya quiero verlo!
A todas horas y en todas las notas alusivas, durante estas semanas escuché y leí que si el milagro chileno esto y que si el milagro chileno lo otro y ahora que esos hombres están acá arriba de nuevo, estoy más segura de que no ha sido un milagro, sino el resultado de varios factores bien sumados: buenas decisiones, un presidente, una idiosincrasia, un espíritu nacional, apoyo internacional oportuno, presión mediática.

Lo que inició como un desastre y parecía una mala nota más, de esas que leemos a diario y que se quedan flotando sin desenlace, esta vez sí lo tuvo, y es tan feliz que parece cuento de hadas y eso a muchos no gusta. A mí me recuerda que a veces así sucede. Son héroes los que estuvieron sepultados y no se habla igual de quienes los rescataron, de los familiares que firmes y tenaces exigieron lo justo, lo correcto, ni de quienes tomaron las decisiones adecuadas en las maniobras de rescate.

“No me voy hasta que salga. Si nos vamos, se olvidan”.
Esposa de un minero.

Así, los 33, ahora son hijos predilectos de Copiapó y serán condecorados como Héroes del Bicentenario en el palacio de La Moneda (hasta el infiel Yonni "Tarzán" Barrios); un grupo de mineros griegos les ha ofrecido un viaje a aquella tierra; seguro el que redactó los hechos allá abajo ya está en entrevista con casas editoriales para firmar el mejor contrato y publicar el futuro best seller; parece que a Mario Gómez "El Abuelo" le patrocinarán la luna de miel que no tuvo cuando joven se casó con su amada Lilian, en fin que les llueve fama y fortuna, que afortunadamente pasará. No está mal, después de todo, antes de ser paridos por las entrañas de la tierra, esos hombres dieron muestra de la fortaleza de su espíritu, de que puede existir cooperación en las situaciones más extremas, de que los seres amados permanecieron en sus corazones todo ese tiempo y la cordura en sus azoteas, pese a las condiciones que el seno subterráneo les reservó para esos momentos. 
 
Y Chile, bueno allá también se cuecen habas y hay un lado obscuro para esta historia, ya saben, malas políticas, demandas, burocracia, intereses, pobreza, pero de eso no hablaré ahora porque lo que me deja pensando todo esto es que ese país le mostró al mundo que es posible dejar de lado el individualismo, la negligencia, la ineptitud y nos recordó que las grandes hazañas no están reservadas para el primer mundo.  Y además son 33 vidas, no es poca cosa. ¡Grande Chile!. 
Una bandera chilena destaca sobre un campamento improvisado levantado junto a la mina San José, cerca de Copiapó, Chile, al amanecer del jueves 26 de agosto de 2010. En la mina se encuentran 33 mineros atrapados por un derrumbe ocurrido el 5 de agosto, y que están a la espera ser rescatados por un túnel que demoraría entre 3 y 4 meses en ser construido para llegar hasta ellos a 700 metros de profundidad. (AP Photo/ Natacha Pisarenko)

Por cierto, había un sujeto muy atractivo en el equipo de rescatistas, un día iré a Chile y le conoceré ¡je!

miércoles, 13 de octubre de 2010

Luces en mi cielo


Con inusual seriedad señalaste el cielo estrellado de aquella noche y dijiste “cuando vivía allá…”. No me bastó, (al fin y al cabo adulta) y te insistí con preguntas absurdas ¿dónde escuchaste eso?, ¿quién te lo dijo?, quise saber. Luego, me empeñé en creer y dejé que me contaras que allá papá Dios jugaba contigo, que un día escapaste brincando entre nubes y quisiste conocer este mundo, tener unos papás y le pediste venir.

Tenías tres años y narraste esto con tal seguridad que no había modo de no creerte. Y es desde entonces mi historia favorita. Te pido que me la cuentes una y otra vez por no olvidarla jamás, porque entonces tus ojos brillan como los de un anciano que recuerda. 

Alguna vez mientras crecías dentro de mí, miré el cielo, había millones de estrellas. Tú ya estabas decidida a venir, y yo ya te esperaba. Esa noche te prometí regalarte un momento feliz por cada uno de esos puntos brillantes.

La verdad es que he comprendido que fui muy ingenua porque me han bastado los dos puntos brillantes en tu carita para que a mi vida jamás le falte un solo momento feliz.

Mágicas palabras


Ando como gato que perdió el sueño. Me acerco despacio a su cuerpo tibiecito. No es la misma mientras duerme. Se dice que a los niños se les pueden decir todo tipo de cosas importantes y positivas al oído y que su subconsciente las atrapará mientras duermen. Recuerdo las palabras que Enrique susurró junto a mi vientre cierta tarde que crecías ahí dentro. Las murmuro junto a tu mejilla.

- Mereces ser feliz, cariño- te digo bajito- te amo, eres muy, muy especial…
- Mi papi dice lo mismo, mami- me dices

¡Pero son las tres de la mañana y sigues flotando en tu cálido sueño! Tu respiración no se agita, apenas moviste los labios.

Sí, él te ha dicho lo mismo antes. Te amamos.

Crece que crece, Crecedorcita


Tú ahora no lo sabes pero yo paso muchas horas desenredando pensamientos en torno a ti. En esa fascinación que sientes por los unicornios, los dinosaurios y las cosas que pasan allá, en ese lugar que se llama universo, donde me  cuentas que viviste una vez. Niña que se maravilla con insectos, ranas y tortugas. Caracola que juega a brincar sobre olas de sueños. Conejo nocturno que presta atención a las historias que invento.

Paleontóloga, historiadora, empresaria, salvadora de perros, bailarina, cantante, cuidadora de niñas de la calle, científica y lo que te vas inventando todos los días. Todo te lo creo. Cada vez que me dices que piensas tener otro trabajo a parte de los muchos que ya planeaste, te miro y te imagino. ¿Y por qué no?, me digo, sí que puede.

Debes saber que nunca jugué a las muñecas. No me gustaban y ésta es mi explicación para el hecho de no saber muchos peinados lindos. De todos modos, creo que ese cabello largo, rizado y color chocolate es lo que mejor te va y siento alivio cuando pregunto ¿cómo te peino hoy?, y elijes chinitos sueltos.

Esta mañana escogiste peinetas azules, unas mallas negras, la falda rosa y la playera más coqueta; te vi servir un vaso de leche y alcanzar las galletas sin pararte de puntitas.

Mientras yo me arreglaba te observé ensayando sonrisas en el espejo con esa hilerita incompleta de dientes blancos. Se va mi niña un poquito cada mañana cuando me despido de ella para ir a trabajar. Se va de los siete años sin un asomo de nostalgia por ellos. Así, así es como debe ser.

Este ha sido un año particularmente duro para ambas porque me alquilé en una oficina en full time, hemos pasado muchas horas una sin la otra, porque extrañaste muchísimo a tu papá, porque vimos morir al perro blanco y a tu tortuga y porque la escuela nos enseño además de restas con transformación, que a veces el mundo tiene más lugar para las exigencias de los demás y no para las propias. 

Y ya pasaron dos meses pero no puedo dejar de mencionar que hicimos realidad tu soñada fiesta con tema de dinosaurios, con volcan en el fondo y nidos con huevos de velociraptora en cada rincón de la fiesta (hechos de papel maché y pintados a mano por la paleontóloga en persona), con un pterodáctilo volando sobre los invitados y muchos dinos de colores en las paredes de la carpa, con el jardín pleno de sol, con amigos queridos, amigos que ni conocíamos pero vinieron de reinos lejanos a celebrar en tu brincolín jurásico, con ese letrero de Jurasic Party que hicimos papá y yo en un reencuentro inesperado, con el pastel verde tal como tú y Brenda lo planearon, con un volcancito y toda clase de lagartos prehistóricos, corriendo por el merengue.

Yo como cada año, juro que no vuelvo a organizar una fiesta y no sé los demás, pero tú sí que la disfrutaste así que ya me veo el año que viene inflando globos y haciendo disparatadas escenografías para tu cumple. Así será siempre, haré muchas cosas locas por ti y para ti. Esa tarde construí un mundo jurásico para que cumplieras siete añitos, ¿qué mundo quieres que construya hoy para que mañana seas mujer?


martes, 12 de octubre de 2010

encontré:

A partir de los cincuenta años se aprende muchísimo.Si uno conserva sus facultades mentales intactas y sigue estando atento e interesado por lo que pasa a su alrededor, a partir de los cincuenta se aprende muchísimo. Cada año te va enseñando a ser más bueno, más comprensivo, más compasivo. Por supuesto hay gente mayor nada recomendable; los años por sí solos no necesariamente conducen a la sabiduría.



José Saramago

viernes, 8 de octubre de 2010

Cero tolerancia

Cómo es que uno puede concentrarse en una labor si tiene que escuchar la risita chateadora de la frenchpudul-vecina de escritorio, los achaques de la impresora, la fiesta del té que organiza el equipo del sombrerero-coordinador, los chascarrillos del editor-viejolobodemar y no puede faltar el pleito de alguien más con su novio…¡por teléfono!

Hay mañanas como ésta, en que estoy particularmente intolerante. Ustedes dispensarán, será que me contagié de ese espíritu aguerrido, más bien agresivo de las dos mujeres que salieron como escupidas por el vagón del metro justo en la legendaria estación Balderas. En dos segundos, ambas estaban en el piso, no se sabía de dónde les salían tantas manos y enjundia a las involucradas. Una tercera quiso separarlas y de pronto ya estaba también en la revolcadera y una cuarta gritaba excitadísima: “se van a matar, se van a matar”.

No era para tanto pero ella no quería menos protagonismo del que se llevaban esta mañana las que se deschongaban en el cuadrilátero improvisado por la chusma. Una palabra extra, un codazo manchado, un bolsazo en las nalgas o nomás se vieron feo o feas, valla uste a saber. Las que nos quedamos dentro para seguir nuestra marcha sabíamos que alguno de estos fue el motivo del encontronazo y estiramos el pescuezo para quedarnos con una imagen de aquel aleccionador momento. Luego nos miramos luego unas a otras. Juraría que la quer iba junto a mí me dijo con los ojos que cuidadito y la molestara porque me desgreñaba. Mello.  

Vi pasar al custodio, con andar pausado, panza echada adelante, espalda atrás, levantar una mano, llevarla a la frente pasearla por las entradas, sacarse la gorra y llevar ésta abajo hasta golpear una pierna, al tiempo que miraba la escena avanzando como quien desea no llegar jamás al fatídico destino. Es probable que recordara aquellos años mozos de recién graduado de la academia de policía (ni sé si tan loable institución exista, pero algún equivalente habrá), es probable decía, que recordara haber intervenido en incidente similar cuando creía en el orden público y en la fuerza que su uniforme le investía y recordaba también haber resultado rasguñado y vilipendiado por ello. Ahora tras muchos años de experiencia y colmillo sabía que lo más conveniente era permitir el sano desfogue de adrenalina de las usuarias. Y luego escoger a la menos brava para detenerla por unas horas en la jefatura de estación.

No conocí el desenlace. Para mí, el custodio quedó congelado en ese andar hacia las pleitosas y estás quedaron a su vez, congeladas pellizcándole una la chiche a la otra y esta jalándole el cabello a la otra. Luego el tren siguió su marcha y como en view master, al siguiente parpadeo ya estaba en otra escena, pero alguna mala vibra me quedó, que no siento deseos de tolerar sandeces.

Pero no voy a deschongar a nadie, mi religión no me lo permite así que mi salida es menos tolerante que eso:  me meto a una cápsula de música, los veo pero no los oigo, luego entonces, no existen. Y sigo acá in working. Ya se me pasará lo malvibrosa. 

La sagrada familia


-¡Ayúdame Raúl!- gritó ella en el andén

Es menudita, viste como otras adolescentes, tiene como 18 (hoy en día la adolescencia es un periódo indefinido que no necesariamente se mide por la edad) y lleva una pañalera donde bien cabría la mitad de su cuerpo, una bolsa de las que ya no se regalan en los centros comerciales y de la que asoman un par de tenis de ella, una chamarra para el niño que no cupo en la pañalera, una kilo de mandarinas para el camino, supongo y quién sabe qué más empacaron ahí pero se ve que pesa. ¡Ah sí!, y en la cadera lleva apoyado a un nene que aún no camina, pero es llenito, llenito. Y ahí adelante se ve que esto es porque Raúl que no ha de pasar de los 20 es altote y ponchado. Van a entrar al metro y hay que subir escaleras pero Raúl no volteará a mirarla y a ayudarla menos. Atrás de Raúl camina un chamaquito como de tres o cuatro, va rapidito, trata de alcanzar a su papá y tal vez pescarse de su mano. Y sí, en otro sentido, seguro va que vuela para ser como Raúl.

-¡Ayúdame Raúl!
-¿A qué? Yo ya te ayudé a hacer a los hijos que querías ¿no?

jueves, 7 de octubre de 2010

Feliz día mundial de la depresión!!!!


De pronto es como pertenecer a un club secreto no tan secreto. Como en esas pelis donde miras la nuca de un vampiro o un zombi y trae el tatuaje de la secta-asociación-logia a la que es leal. Estás en una reunión de amigos y de zas! En un instante, no sabes cómo, uno, dos, tres o cuatro de ellos están intercambiando el nombre y las dosis de los antidepresivos o los ansiolíticos que su médico en turno ha prescrito.

Y no, no es un mal nuevo, aunque se dice que es el mal del siglo. Sin embargo es el trastorno mental más antiguo del que se tiene constancia. En latín es depressus, abatimiento y los griegos le llamaron melancolía, de melán, negro y hiel, bilis. Bilis negra.

Por ahí encontré que Robert Whytt, 1764, relaciona la depresión con un espíritu bajo, hipocondría y melancolía.

Todo esto me suena familiar. Recuerdo a la depresión como un vapor obscuro y denso que hace que todo parezca gris, que no permite saber si más adelante hay algo o es necesario dejarse caer a un vacío y eso da mucho miedo. Es como sentir que el alma es un trozo de madera vieja que va siendo roido por la miserable polilla. Recuerdo haber creído que estaba enferma de todo y haber llorado muchas veces cuando caminaba durante un amanecer hermoso y debía haber reído.
Edgar Degas. Melancholy
De haber vivido en la antigua Grecia, el diagnóstico de Hipócrates el médico, no habría sido distinto al del doctor Pepe Díaz. Hipócrates apuntó en sus tratados que "si el miedo y la tristeza de un paciente se prolongan, se trata de una enfermedad que acomete al espíritu, es melancolía. Lo que equivale a decir que se está deprimido".

Y también el gran médico bizantino Pablo de Egina, describió a la melancolía como algo que no podía asociarse a la posesión demoniaca (nomás faltaba) sino que era un “trastorno del intelecto sin fiebre... Los síntomas comunes a todos ellos son el miedo, la desesperación y la misantropía. Algunos desean la muerte y otros tienen miedo a morir; algunos ríen constantemente, y otros sollozan; algunos se creen impelidos por altas instancias, y predicen el futuro, como si estuvieran bajo la influencia divina; y a estos, por ello se les llama endemoniados o posesos”.

Y así, escarbando un poquito, es que me encontré con que no es cosa nueva, con que muchos otros médicos griegos, romanos, árabes, chinos, medievales, en el renacimiento y quizá en muchas otras culturas y épocas, dejaron constancia de que entonces como hoy, algunos se sumergían en el vaporoso efecto de la temida melancolía.

Creo que hoy más personas de las que se tiene registro, viven deprimidas. No lo aceptan o no lo saben pero cada día el cuerpo y el alma se les separan y cada uno pesa más que el otro sin cederle espacio a la fuerza para integrar ambas partes de su persona. También creo que el sufrimiento, como dicen, es opcional. Creo que cada quien tiene derecho a acomodarse y sufrir pero sin fregarle la vida a sus seres amados. Creo que principalmente cuando hay alguien que depende de mí pierdo ese derecho a perecer de melancolía. Creo en la salud mental.

También estoy segura de que hay otras personas que no tienen nada que ver con estos temas. No me queda claro si tienen otra composición genética, si están hechos de otro material, pero en definitiva no creo que se trate de capacidades, de fortaleza ni maneras de afrontar la realidad porque yo tengo capacidades muchas, fuerza y coraje harto y he procurado siempre que mi manera de afrontar la vida engrane con lo que digo y pienso, que no se valía pues que me pasara a mi, pero me pasó y hoy me chocheo cada día porque tuve el coraje de pedir ayuda.  Sé que hay algún otro misterio en la mente humana que determina que en algún momento, algo falle y parezca como si se resquebrajara el ser interior.

Yo pertenezco a ese grupo de personas que reunieron todas las características, circunstancias y requisitos para ser candidata a una depresión, es cierto, pero también pertenezco al grupo de personas que no desea sufrir. Deseo el bienestar porque seguramente en otro momento de mi historia aprendí que lo merezco y no sé a quién debo agradecérselo pero se lo agradezco en serio.

Pienso que si en las sociedades antiguas, los médicos observaron que algunas personas de pronto perdían el rumbo y la capacidad de disfrutar de la vida es porque era igual de grave entonces que ahora, lo que no puedo siquiera imaginar es cuál era el desdichado destino de estas personas.

El doctor Díaz me ha explicado que si me deprimí una vez y me duró dos semanas pero no me atendí, me deprimiré una segunda vez pero esta ahora durante un mes y si no me atiendo, me deprimiré una tercera vez pero durante tres meses o más y así sucesivamente, hasta tocar fondo, hasta el suicidio o la locura tal vez.

Hipócrates no iba a recetarme la prozac así que … bueno, ya estoy divagando, lo que digo es que al final no creo que sea tan mala la ayuda de la psiquiatría para recaptar serotonina o melatonina si es necesario para rescatar el coraje de abrir los ojos cada mañana, para el tratamiento de lo que se tiene comprobado, es una enfermedad orgánica y no sólo del espíritu como se creía hace siglos.

No dudo que por ahí anden médicos con muy poca ética, repartiendo fármacos sin ton ni son; pacientes con muy poca estima, consumiendo ansiolíticos o antidepresivos en un coctel de vodka y me queda claro que en países como el nuestro la atención psiquiátrica correcta no está al alcance de todos porque sabemos que aunque el sistema de salud estatal tiene integrada una rama de psiquiatría, la demanda del servicio rebasa por mucho a la oferta y no basta una cita cada seis meses con el médico que te verá media hora o quizá ni te alcance la quincena y prefieras comer que comprar las pastillas.

Al final lo que importa más es cómo lidia cada uno con la vida y los retos que ésta representa, los recursos están en un abanico inmenso y basta abrir bien los ojos y creer que todo cuanto está ahi afuera nos pertenece y podemos pedir y tomar cuanto sea necesario para ser felices, es nuestro derecho, nuestro principio y nuestro fin. En un grupo de amigas de características, circunstancias y oportunidades más o menos equiparables me doy cuenta de esto todos los días.

Y bien, pues no es que todos los días me acuerde de que soy del club, es que hoy me avisaron que es día mundial de la depresión y había que homenajear (con lo mucho que me gustan los días de, ya saben) y luego éste que es especial, no pasó desapercibido porque es para poner a todos los deprimidos, contentos.

P.D. Rufo de Efeso describió a la depresión como la melancolía de los hipocondrios y la achacaba a una excesiva actividad del pensamiento. ¿Me queda no?

Además apuntó que "la época en la que aparece menos es el invierno, porque la digestión se hace bien en esa estación". Creo que le falló un poco o me salí de su estadística .Yo me deprimí en invierno, je. ¡Pero ya quiero que sea navidad!

Un abrazo.

lunes, 4 de octubre de 2010

Vacas flacas


¡Que jodido inconveniente!, perdí una tira de valiosas fluoxetinas pero no hay billullo para abastecerme, no pude ir a mi ajuste mental, no pude hacer la despensa con todo lo que me gusta, me encantó una cosa inutil en el supermercado y no pude más que hacerle un hipocrita fuchi.

Son días de feria y la purruna quebró el cochinito. Estaba feliz. Contamos 400 pesotes en denominación metálica y pequeña (osease moneditas de a peso y cincuenta centavos). Buaaaaa quería pedirselos prestados. No lo hice ok? pero tampoco quise llevarla a la feria sabiendo que ella pagaría todo. ¿Qué es eso? Ya será la otra semana si es que la providencia nos provee (por eso se llama asi ¿no?)

Y la ansiada cifra nomás no se refleja en la pantalla del cajero por más veces que lmetí y saqué lel plastiquito mágico. Por consiguiente y después de dos semanas de vivir de prestaditos chiquitos y acumulables comienzo a maldecir y ponerme ansiosa e irritable. Cuidado, cuando eso pasa puedo empujar con lujo de violencia a quien intente chingarme en el metro o me ponga jeta en la combi; tal vez mate de un zapatazo a la primera araña que se me ponga enfrente o hasta puede que escriba un párrafo a lo pendejo justo como este, nomás por desquitarme.

¡Cochino dinero vas y vienes cual sarnoso perro callejero!

Cuando el dinero falta el amor sale por la ventana, dicen, pero ese ya se largó hace unos años. Desde entonces no dejo la ventana abierta y hasta compré cortinero y cortinas nuevas. Bien, al menos vivo con una preocupación menos.

P.D. Sí, esto sólo es un lapsus. Ya veo venir a las vacas gordas, ahi vienen con mi contrato, mis vales, mis prestaciones, mi aguinaldo, mis vacaciones, mis quincenas mio, mio, mio mio muajajajajaja  oooooooooooooooooooom soy abundancia ooooooooommmmmmmm el dinero sabe mi nombre y viene a mi ooooooommmmmmmmm.................. 

Naaa!

Curiosidades curiosas

Hablando de comunicación con nuestros críos, el punto es no decirles más de lo que necesitan saber. Para tener claro eso, hay que estar seguras o por lo menos tener una idea de por qué están preguntando lo que están preguntando.

Siempre doy un consejo que en la práctica me ha resultado muy que muy útil: cuando llegue la hora de las preguntas incómodas, complejas, profundas, responde con otra pregunta: ¿tú qué piensas de eso cariño? Esta nos permite explorar por dónde va la curiosidad de nuestro cachorro, qué tan metido está en el tema, qué tanto podemos abrir la boca o no.

Así por ejemplo, cuando Fatima preguntó porqué su papá tenía ese otro “pedacito” que ella y yo no teníamos, le dije es cierto, ¿tú por qué crees que sea?

-Mmm porque así no tiene que sentarse para hacer pipi.
¡Y listo!, a sus dos años y medio ella no necesitaba una cátedra de anatomía y sexualidad pero sí supe que había iniciado la época de la curiosidad así que a partir de entonces, de vez en vez salpicaba la plática en la regadera con comentarios acerca de que hombres y mujeres somos distintos y del respeto a nuestro cuerpo, de que nadie tiene derecho a lastimarnos y Dios sabe lo útil que fue eso cuando llegó un momento duro. Bueno eso es otro cuento.

En fin, que preguntando ¿tú qué piensas de eso? Les ahorraremos choros que no comprenderán y quizá nos evitaremos momentos bochornosos aunque ya no vivimos en tiempos en los que nos ruborice hablar de sexualidad, equidad, violencia, homosexualidad pero, quizá.

¡Ah! pero dos o tres veces se me ha ido el santo al cielo. Como cuando me preguntó qué es sexo y me brinqué el consabido tip entrando de lleno al tema.

-¿Entonces qué pongo mamá? la pregunta dice sexo masculino o femenino.
Ups.

Esta última vez me escuchó narrando cómo las ñoras bajamos a un Fulano que se subió al vagón exclusivo para mujeres en el metro. En la charla de sobremesa, escuchó palabrillas como abuso, manoseo, pasarse de listos, ya saben.
-Mami ¿en serio los hombres no pueden ir donde las mujeres porque son muy listos?
Hay veces que tengo la sensación de que hace preguntas nomás para ver que le contesto y que en verdad ella ya conoce las respuestas, sólo que necesita que yo le ponga las palabras adecuadas a las imágenes que hay en su cabecita.

Y así pues le conté que el respeto y el derecho a viajar seguras y que un tocamiento en el vagón es un abuso y no está bien.

-¿Y qué es abuso mamá?

-Pues es esto y lo otro y aquello como cuando, por ejemplo blablabla. Es una invasión al cuerpo- Rematé.

-¡Ah como cuando las pulgas invaden a Spencer!
…………………
 -Sí ándale así mero, je.

Moraleja para mí y para quien tenga oídos y escuche (o lea) jejeje: aguas con sus astutos chamacos y no olvidemos el tip.

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