miércoles, 31 de marzo de 2010

El salto de la caracola


-¿Por fin te dormiste nena?
-No mamá. Quiero seguir despierta…como un búho…

No tarda mucho en tomárselo más en serio y dice:

-O mejor: ¡como un conejo!- y miro sus ojos grandes descubriendo lo que yo no veo.
-¡Si, como un conejo! ¡Brincando en la oscuridad, me encanta, me encanta!- Sigue y sacude la cama con saltos que dice, son saltos de caracola.

Y yo pienso en que las caracolas no saltan, o quizá llevadas por las olas. ¿Cómo es que tú lo sabes?, ¿quién te habló de ellas y sus juegos marinos?, ¿la que tienes sobre el juguetero te lo contó? Nunca hemos ido al mar pero tú ya has estado en él.

Presiento que las caracolas andan saltando por ahí, esperándonos. Me digo que iremos pronto y sigo escribiendo. Hay trabajo que hacer y sigo, pero con el conejo nocturno aquí.

La escucho reír y escribo, mientras ella me cuenta del salto de la caracola.

Los motivos del blog II


Esta mañana comencé las tareas del día, pero me desayuno siempre una rebanada de noticias (aunque dije que estaba a dieta de ellas, no las puedo evitar); incluyo una revisión al mail del trabajo y la mezclo con una de mi bandeja de entrada personal y nunca me debe faltar la sabrosa porción de tus palabras.

Ya, ya se que no es una correcta práctica laboral, pero qué quieres. Son diez horas acá frente a la mac, por salud mental, hay que recetarse algo de dispersión y tu blog es siempre una delicia.

Ayer nos vimos y hablamos, desde luego que si. Pero, ahora mismo me doy cuenta de que muchas veces de frente las palabras son trinqueteras, vagabundas, dispersas. Se atropellan unas a otras en un intento por revelar todo lo que necesitábamos contarnos. Otras se quedan en el camino porque querían contar algo que para entonces ya no tiene relevancia. Y definitivamente hay palabras y frases que se comportan harto tímidas y se niegan, se aferran a la garganta, se niegan a admitir que la amistad entre nosotros es garantía de que nadie las dañará.

Es más, ayer que te vi, me di cuenta de que me daba mucho gusto tu cercanía pero que no sabía que decirte y te pasó lo mismo aunque queríamos contarnos tanto! Y así fue, nos dijimos poquitas cosas pero se que te leo y es entonces que comprendo mejor tales silencios.

La cosa es, que últimamente leo sus blogs y eso fue aventarme un clavado en sus historias. Leerlas me ha hecho amarlas más.

A raíz de esto, te he dicho que son misteriosas las circunstancias por las que uno encuentra a determinadas personas en el camino, que al leerlas las pensé niñas y volví a creer que nada es coincidencia que en algún lugar esas niñas y la niña que yo soy están jugando juntas.

La esperanza de encontrar esas historias y la certeza de que aún hay muchas que contar, se suma a la lista de motivos para blogear. Para subirme al barco y comenzar a hacer el recuento de sucesos de este viaje.

Habrá que escribir para decirnos, para contarnos, narrar la fotografía de los días. Mientras bebo ese café tan malo que hay en la oficina me acuerdo de cuando me encantaba escribir y recibir cartas.

Vendré entonces a la orilla del barco y de las horas. Desde este, mi viaje hacia ningún lugar estas son las cartas que pongo en botellas. Son la única esperanza para que sepas, para que yo no olvide. Me arriesgo a que las encuentres o no y las lanzo al mar.

martes, 30 de marzo de 2010

Los motivos del blog I


Comencemos por el principio: ¿qué chingados es un blog? (año 2010, los púberes twitean y editan podcast, entre muchas otras maravillas informáticas y yo sin saber qué es un blog).

Reza la Real Academia Española: La palabra BLOG no está en el Diccionario. Jo!

Dice otra conocida fuente: Blog: término inglés que proviene de las palabras web y log ('log' en inglés = diario). Se utiliza preferentemente cuando el autor escribe sobre su vida propia como si fuese un diario, pero publicado en la web (en línea). En español también se dice que es una bitácora, es un sitio web periódicamente actualizado, blablabla…

¿Y para qué digo esto? Wa!!, la cosa es que aún no supero mi obsesión por encontrar el fundamento y la razón de ser de todas las cosas y buscándome un motivo para inaugurar mi propio blog, esto de las bitácoras me gustó.

Resulta que bitácora es también “un armario o caja de madera, fija a la cubierta de un barco junto a la rueda del timón, y en la que va montada la aguja náutica…Antiguamente, solía guardarse en el interior de la bitácora el llamado cuaderno de bitácora, para preservarlo de las inclemencias del tiempo.”

Es así que se le dio el nombre de bitácora a los cuadernos que se utilizaban en los barcos para relatar el desarrollo del viaje.

Ah!! Pero que idea más chula!! Tener una bitácora, como un diario, como un recuento de los daños, jajaja y en estos tiempos en que en realidad es complicado moverse geográficamente (al menos para mi que de momento veo como mis horas se diluyen con las nubes luego de fugarse entre las persianas de la ventan de la oficina)

Pero bueno, siempre podemos hablar de El viaje, ya sabes, el de la vida. En este caso, mi bitácora (léase la caja de madera, junto al timón, blablabla) tiene una aguja náutica que no señala un rumbo, porque ese lo invento, lo imagino, lo descubro y lo modifico día a día.

Como sea, la idea me conquistó. Venía coqueteándome hace tiempo y no me decidía debido al prejuicio de que en los blogs escribía sólo la gente que deseaba ser leída por muchos y yo, pues yo soy alguien que no tiene tantas ganas de ser leída.

¿Y qué más da? Siendo una bitácora de mi viaje, adquiere calidad de diario personal, como mi libretota de pasta azul pero con la novedad de que ahora se quedará on line por si alguien gusta, pero antes que nada, mío de mi y para mi.

Y sin embargo, creo en que escribir es en principio de cuentas, un diálogo (entre quien escribe y un lector por supuesto). No le creo a quien dice que escribe “para si mismo” porque escribir es comunicar, es no dejar que las ideas se marchen sin dejar constancia de su deslumbrante paso por nuestras mentes, así que antes de decidirme, mi principal reserva era esa: escribirle a ningún lector o a cientos que no se tomarían la molestia de leer tanta sandez.

Pero hay que ser honesta y la verdad es que si hay alguien que me interesa que me lea. Quien sabe si mañana o en unos años existirán nuevas tecnologías y esto de los blogs sea un asunto obsoleto pero en este momento mi deseo es que esta bitácora quede preservada y protegida de las inclemencias del tiempo y del olvido para que la abras un día, hija y descubras que te regalé miles de palabras y miles de silencios también pero que nunca fueron suficientes, que siempre hubo más que habría querido decirte y no siempre supe cómo.

Me gustaría que un día descubras que en este viaje no siempre supe hacía donde iba pero ¡cielos! Papá Dios (como amorosamente lo llamas) Él sabe que jamás me perdí porque fuiste la estrella que guió este barco.

Tampoco se si un día, igual que yo, te preguntarás cómo es una verdadera madre o si tendrás algo que reprocharme. Cada día es un esfuerzo porque no sea así, pero tengo la certeza de que no soy perfecta y ese es uno de los motivos.

Albergo la esperanza de que un día descubras en esta bitácora una forma de hallarnos juntas, una forma de saber de otro modo quién era yo al mismo tiempo que era tu mamá.

Allá va el barco Fátima, allá vamos tu y yo, el sol nos da en la cara y sonríes como solo tú sabes hacerlo. Las olas nos mecen, bailas en la cubierta y yo comienzo el relato de mi viaje contigo.

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