Dragon-mariposa - Yo quería una ardilla como la tuya, pero tengo un dragón que parece mariposa y un cocodrilo morado.- ¿Ah si? Bueno, puedes quedarte con ella, cuídala porque es muy chiquita.- ¡Gracias! Voy a ponerle un nombre.
Cuando mi pequeño interlocutor y yo, cerramos así una buena negociación, una mami muy alterada entra en la escena
- ¡Oye no Juliancito! Esque tiene su colección de alebrijes, le gustan mucho- me dice apenadamente furiosa- ¡Devuélvelo Julián!¡Eso no se hace!
Me altera un poco. Recuerdo que coincidir es un buen principio para "la paz y la concordia" y le digo que también tengo una hija pequeña, que es una Guerrera y que también colecciona alebrijes y otras criaturas extrañas pero esta mami parece no escucharme. Temo haber vulnerado el territorio materno de una leona, contradicho los principios morales con los que educa a Juliancito, haber sido un pésimo ejemplo de conducta y convivencia social o estar alentando la sociopatía de un futuro criminal.
- ¿Y porqué no, mamá? ¡Es bonita, mira! Yo la quiero y ella me la regaló.
Con tal verdad y los mismos ojos negros, grandes y curiosos que me convencieron de regalarle la ardilla de madera que era para Fátima, Juliancito le cierra el mundo a su madre, y le agota todo argumento de falsa moralidad.
Y sí, ¿porqué no? Él no hizo nada incorrecto. Fue la anciana que no hablaba bien español, quien eligió el rincón más obscuro en el anden para iluminarlo con los colores de sus fantásticos alebrijes. Fue ella la que me señaló “la armadillo, el bicho, los ovejitas, dragoncitas y tlacuaches”. Fui yo quien apareció en el camino de Juliancito con las mágicas figuras de madera y papel maché. Fui yo quien seducida por los bellos colores y los trazos superespeciales que adornaban a cada uno, los sacó de la bolsita para contemplar la compra. Julian solo hizo lo que hacen los niños: se maravilló, quiso verlos todos y pidió el que le pareció más maravilloso.
¿Porqué nos enseñaron los adultos a ser como ellos?, ¿porqué no está bien pedir lo que queremos y aprender a recibirlo? Y más aún, ¿por qué no está bien aprender a agradecer?
La mami políticamente correcta aún atina a querer arrebatarle la ardilla a Julián para devolvermela
- Trae acá niño que es para su hija
Pero ya estoy alejándome porque Julián me sonrió, me recordó la importancia de pedir, de agradecer y que debo abrir los ojos para encontrar muchos colores, incluso en el metro.
¿Qué le vamos a hacer si el destino de esta ardillita era mudarse con el dragón mariposa y el cocodrilo morado? A Fatima le gustará saber que hay otros niños adoptando criaturas extrañas.
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