Te extraño Guerrera, deseo confiar en que estos días en que no deseas conversar conmigo, guardas celosamente todos tus secretos, declaras que no me extrañas ni te apetece un mimo mío, sólo son parte de un “periodo de ajuste”.
Deseo aprender a observar con paciencia y rectificar mi reacción ante este nuevo orden en nuestras vidas. Ahora veo con claridad cuál era el monstruo que me hacía sentir amenazada. Era éste que se presenta gritando que perderé todo lo ganado, que me quedaré en un rincón sin ti, qué el no merece cosechar lo que no ha sembrado.
Tranquila, sé que es un monstruo mentiroso y ahora que se disipa un poco la neblina, veo que también es pequeño y ególatra. Estuve huyendo de él un tiempo. El miedo se hizo una constante compañía pero no quise escucharlo, me incomodaba. Ahora puedo ver que el miedo trataba de advertirme que este monstruo intentaría hacerme creer que perdería la soberanía de mi reino. Pero tú no eres un adorno en ese reino, Guerrera, eres libre y es tuyo el derecho de amarle.
No pierdo yo nada y ganas tú mucho.
Permanece mi emoción y sigue conmoviéndome la relación que florece entre ustedes pero deslumbrada por el brillo que ambos comenzaron a emitir no hice ningún esfuerzo por hallar mi nuevo lugar. También, cegada por mis ganas de evitar que te lastime su inevitable distancia, que su tan intermitente presencia te provocara una nueva desilución, he querido ser sombra.
Perdón, no me dí cuenta de que la caída del muro también te había dejado perpleja, de que reencontrar tus tesoros, reconquistar el que siempre ha sido tu lugar te embarcaba en una misión tan deslumbrante como compleja. No advertí que mi reacción ante los cambios no estuvo a la altura y te ha estado colocando en una posición que en la medida de mi egoísmo, puede tornarse complicada y suicida.
Deseo que no sea demasiado tarde para remediar.
No tienes que hacer comparativos, no soy padre y madre, soy sólo tu madre, intento recibir y entregar, sólo lo que me corresponde. Él no es mejor que yo, tampoco es peor o menos calificado para amarte, es un hecho que te adora. No es necesario, pues alimentar la amenaza de las pesadas lealtades. Amar es ligero. El espacio suyo se extiende hasta el mío para abarcarte.
Desde el corazón, deseo decirte, Guerrera que mis pasos no siguen los tuyos y los tuyos no andarán por mi camino pero que estoy, que me arriesgo a la promesa imposible de estaré siempre; deseo que la lucha termine aquí, pido una tregua, ya no tienes que sentirme ajena por sentirte ahora tan cercana a él.
Éste es tu hogar, un poquito remendado y afortunadamente único e imperfecto, no es esta casa y no es la que dejamos atrás, es este espacio en nuestros corazones que te pertenece. Tómalo, hábitalo, aprendelo.
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Dime qué piensas