Si tu hijo estuviera junto a ti insistiendo en lanzarse al precipicio que ambos tienen delante ¿te negarías a sujetar su mano con fuerza aún cuando tuvieras que lastimarlo un poco?
Entonces, ¿porqué titubear al decir un contundente no, al establecer tiempos, sanciones, hacerle notar que todo acto tiene una consecuencia?, ¿porqué permitirle ver tanta televisión como quiera, tener cuanto juguete y capricho se le antoje, o comer sólo lo que le apetece?
Algunas veces, agobiada por la culpa y hasta movida por la comodidad has decidido ser un padre o una madre permisiva; cuando no has tenido deseos de dar explicaciones, de tolerar un berrinche, unos ruegos, ha sido más sencillo ceder, ¿esperas que el mundo pague el precio de esa blandura?
Hija no te maltrato y te respeto porque eres un ser humano valioso y especial, más por que te amo, decido enseñarte que el mundo merece también que tú le respetes, que para ti es mejor aprender a asumir consecuencias.
Más adelante decidirás cada paso y el rumbo, por ahora yo soy la adulta y me hago cargo; estoy junto a ti frente al camino y el precipicio y no te permitiré lanzarte a él. Pido tener el carácter para sujetar tu mano fuerte, mostrarte límites aunque eso, aveces duela.
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