miércoles, 5 de enero de 2011

Los Reyes Magos

Antes sabíamos que una carta era una carta, es decir un papelito que se lleva el cartero o el globo volador y sabrá Dios cuánto tarde en llegar y qué peripecias le esperan en la travesía. Por otro lado si como decían los adultos, los reyes brillaban en aquellas tres estrellitas del cinturón de Orión, estaban bastante lejos así que la correspondencia para los magos se escribía con muchos días de anticipación, no fuera a ser que llegara retrasada.


Ahora que los niños nacen con otro chip es que deben intuir que la correspondencia es tan inmediata como un mensaje en el celular, un mail, una conversación en chat, una petición por e mail, tweet o como un post en el muro de Facebook de Melchor, Gaspar y Baltazar. Debe ser, porque Fatima se negaba a escribir y facilitarme así la ceremonia del 6 de enero.


-¿Porqué hay que hacerla ya mamá si ellos vienen hasta enero y todavía es diciembre?


Los tiempos cambian, cómo adaptar la mágica historia de los monarcas de Oriente a la inmediatez con la que ocurren las cosas en nuestro tiempo.



Por fin, anoche accedió. Eligió una hoja amarilla, escribió al grano la lista larguísima de juguetes soñados, pegó estampitas navideñas, dibujó un arbolito, una caja de regalo y a los tres reyes que como unos tios cariñosos y lejanos traen regalos cada año. Les contó que se porta muy bien aunque un poco mal pero, que sus tías ya la han regañado, supongo que eso debe tomarse como absolución y no evitar mermas en el pedido


Hoy hornearemos pay de queso por si los visitantes tienen hambre por el largo viaje y mañana la Guerrera descubrirá deseos cumplidos junto a nuestro arbolito de navidad y lo mejor de todo serán las huellas que el elefante, el camello y el caballo descuidadamente marcan cada año en el lodo de nuestro patio.

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