Acerca de los peores días de la depresión...hace unos meses y ya casi puedo decir que son ya como un recuerdo, como una cicatriz, se que dolía y la miro y recuerdo el dolor pero ya no duele. No olvido que entonces hubo siempre alguien secando mis lagrimas, alguien escuchando mis quejas, alguién soportando mi sombra, alguién abrazándome, atando mi ancla a esta tierra de la que en el fondo, aún no deseaba marcharme. Siempre hay ángeles. Agradezco y pido un poco de lo mucho que recibí para poder darlo también. Muchos cadaveres andan deambulando por ahí necesitando aliento. De aquél tiempo me digo una lección y procuraré releerla cuando sea necesario.
Por muy duro que sea, esta es una gran verdad y debes saberla: el mundo no se detendrá a llorar por tu pena. Si te has caído, si estás gris e insoportable tienes todo el derecho y deber de sentir dolor, miedo, ira, enojo, abatimiento, lo que sea y si alguien junto a ti está dispuesto a ser escucha o apoyo es su elección, te aprecia, eres bendecido. Agradece, bendícele también, pero nunca olvides que nadie está obligado a saborear tu amargura, por ello no le culpes cuando se aparte un poco para respirar. Tienes dos opciones: muestras tu casta, te haces cargo de ti, sigues adelante con mejor actitud y llevando el peso de lo que te corresponde o te retiras del camino para que los demás puedan seguir por él sin la sombra de tu penumbra. Lo uno es caridad por ti y lo otro...también, en distintas direcciones.
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Dime qué piensas