Olvidé sentirme bien y de castigo, cancelé mi cita con Ulises, me privé de la maravilla de la acupuntura, ese laaargo viaje en metrobus hasta la clinica donde lo veo, cancelé los planes que tenía con la Guerrera, cancelé la idea de un fin de semana vibrante. Toda la semana me sentí demasiado vigorosa, demasiado para lo que es normal en mí y al cabo del viernes no tenía ganas de darle ya la cara al mundo, no quería dormir pero tampoco despertar, no estaba de mal humor pero tampoco de buen humor. Ningún malestar físico identificado, tampoco uno emocional. Sólo estaba cansada, quería una tregua. Fue uno de esos lapsus en los que hubiera querido meterme a un caparazón y no saber de nada ni de nadie y que nadie supiera de mí, que ni siquiera me recordaran. Encontrar un rincón del mundo que solo fuera para mí. Poner pausa a mi vida, ¿eso se puede?. ¿Quién se atreve a decirme que no se vale sentirse así de vez en cuando? Quería ser un caracol, una tortuga, una ostra, un sapo esperando abril, un algo vivo pero en letargo. Ya es lunes, cuerda al relojito otra vez.
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