martes, 2 de noviembre de 2010

Que monstruos son...

En una noche obscura de terrible tempestad….bueno no llovió pero amenazaban las nubes y el Parque México más oscuro que boca de lobo no se parecía al bonito lugar donde una mañana de fresca primavera convidaramos migajitas a los patos del lago, jo!. Afortunadamente algunos paseantes pusieron collares luminosos a sus perros y entonces nos guiamos por lucecitas neón que corrían por aquí y por acullá. Lo mismo vimos a una french poodle disfrazada de diablita que a un peludo con macabras manchas sangrientas (de mentis) y a un labrador ataviado de calabaza. Yo juraría que lo vi sonreír divertido por todo el ambiente halowinesco pero mejor no me crean ya saben que suelo ver cosas que no.

Nos citamos en ese parque condeccino porque era 31 de octubre y según esto, tocaba pedir Halloween. Siete años después de haber dejado los días de parranda universitaria varios de nosotros compartimos de una y otra manera esta hazaña de la maternidad y la paternidad, así que encontrarme con ellos en este rol y armar una bandita con nuestros críos es para mí una cosa imperdible y para mi Guerrera por cierto fue un pretexto ideal para afirmar su amistad con Elías.

Todo comenzó un día antes cuando nos aventuramos a un mercado en la Bondojito para elegir entre variedad de disfraces, el mejor vestido de Catrina y no cualquier sombrero sino uno que tuviera joyas y un velo tan largo que cubriera la cara y los brazos porque eso, dijo Fatima, lo hacía más fantasmagórico. Aderezamos con guantes de encaje negro y arañas como aretes.

La siguiente escena fue en casa de Greta, una coker spaniel barbaramente alocada, coqueta, caprichosa, rebelde y con síndrome de canguro brincador que comparte su casa con nuestros muy queridos amigos Mariangel y su guapo Elias. Aquí, todos a departamento de vestuario y aplicación de maquillaje espectacular. Bases blancas, polvo para fijar, coloretes en cavidades oculares y pómulos. Cejas naranja, parpados verdes, grecas y flores mortuorias en la frente y la barbilla, delineadores, labios calamitosos, rociamos spray fijador para cabello que en este caso fijaría perfecto los colores y ¡voilá! No creo volver a ver mejor caracterización de sombrerero loco y muerte elegante. Y ellos soportaron tanta cosa en las caritas pues porque esos dulces que no se compran, que saben diferente a los dulces de todo el año y esa ceremonia de pedirlos casa por casa lo valían.

Parque España un poco después de vagar por el México, nos encontramos un hombre araña que corre que da miedo, un bebé calabacita (¡todo tierno! Cual debe) y un fabuloso murciegalo, no cualquiera, éste hablaba murciegalo y volaba igual que uno. Un día como este pero de algunos años atrás los padres de estos peques y yo estábamos disfrazados en franco desmadre de los veinte y menudo brindis chelero pero, hoy la cosa no era menos divertida, nos juntamos con los colonos de la colonia de Marcelo y la fiesta callejera comenzó.

Cuidado, los ciudadanos que mañana van a exigir derechos y justicia, esa nocheexigían dulces con tal furor y convicción que nadie podía decirles que no. Por un momento tuve la sensación de que los adultos estábamos ahí sólo espectar y acaso, para contagiarnos de la euforia de la manada de enanos disfrazados. De un momento a otro las mamás gritabamos a unisono la consigna: ¡queremos Halloween! ¡Queremos Halloween! ¡Dulce o truco, dulce o truco!

Topamos con el hombre lobo y nuestra jauría lo despojó de cuanta golosina llevaba encima, Jack nos acompañaba y también una Maléfica cuarentona más fea que la de la película, vimos a Blancanieves ya fallecida y luego se nos unieron un espantapájaros y su hermana la araña peluda. Alrededor de nosotros revoloteaban hadas malhechoras y brincaban diablillas que coreaban las consignas de un Jasson con liderazgo espeluznante, atracamos una pastelería y como no había caramelos tuvieron a bien donar unos merengues para la causa. Un vampirito de ojazos azules y acaso cuatro añitos apelaba al espiritú haloweenesco y mi Catrina de la mano con el Sombrerero loco se ponían listos en primeras filas para extender las calabazas y compartir el motín.

¿Qué cosa es el Halloween? Y ¿la etimología de la palabra?, ¿qué caramba se celebra o se conmemora en tal fecha? Y ¿me juran que es el 31? Cuando yo era niña, varios de la cuadra salíamos a pedir calaverita el 1 de noviembre porque es día de muertos, porque se recuerda a los seres queridos que partieron, porque ese día a las ánimas de los niños difuntos se les concede venir del más allá a pedir los caramelos que no disfrutaron en vida y a los niños vivos se les concede pasarse de vivos, disfrazarse de fallecidos y pedir también para que acompañen a las almas inocentes, pero ¡¿y el Halloween?! Que en Estados Unidos es el 31, que se trata de convertir al mundo en un lugar de horror (bueno…) eso me dijeron, yo no se, hay temas que no se me antojan para profundizar pero acá el asunto fue encontrarnos con los amigos queridos y con otros que ni conocíamos pero que armaban esa atmósfera, la cosa fue ser parte de ese ritual y tal vez resignificar la fecha, hacerla muy nuestra. ¡Y vaya que sí!

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