![]() |
La imagen es de |
Alguna vez se han preguntado ¿Qué carajo le estoy enseñando a mi retoño? o ¿de qué va la vida de este enano que crece mientras yo trabajo? Bueno mejor ni traten de responderse pero observen sus juegos y verán.
Emiliano olvidó a Ozy en casa, lo encontré en el sillón durante mi último rondín de intento de orden hogareño antes de dormir. Iba a ponerlo en el baúl junto a otros muñecos de peluche pero Fatima me lo impidió.
Con cajas de zapatos y cobijitas calientes había preparado dos cómodas camitas y las tenía dispuestas en la recamara. Una camita era para Cacahuate, el oso siempre sonriente que Madrina le regaló hace unas navidades. La más pequeñita de las camas era para Ozy. Y la miré arroparlos con pijamas rosas, acostarlos cuidando que no se dieran la espalda, cobijarles bien hasta las patitas para que no les entrara frio, contarles un cuento y dejar un vasito con agua junto a cada cama por si de noche les daba sed. Les dio besos y dijo con seriedad: listo, ya están dormidos.
Yo no soy consciente de ser una mamá tan dedicada, a decir verdad creo que no lo soy, es decir, cuento un cuento cuando no es tan noche, la cobijo pensando que no deseo que se enferme y tener que llevarla al médico y la mando a beber agua para que a media noche no interrumpa las pocas horas de sueño que tenemos de lunes a viernes.
- ¡Wow que cuidadosa eres!, ¿quieres igual a Ozy que a Cacahuate aunque no sea tuyo?
- Lo voy a querer mucho mientras Emiliano regresa por él. No quiero que se sienta solito.
Dos cosas me dice esto: que se siente acogida por el mundo aún cuando no esté yo y ella brinda igual protección a otros; que ha aprendido a dar a los demás lo que le gusta recibir. Al menos es la lectura que me gusta darle a ese juego. ¿A qué más juegan los niños?
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Dime qué piensas