Voy rumbo al banco. X banco. Voy a hacer x pago. Acabo de comer rico con agradable compañía, en una tarde de rico solecito, de pleno otoño y no pienso en nada en particular. Veo el café de los chinos pero no lo miro, a la mujer que vende dulces al nivel de la banqueta y le habla a un niño moreno en algún dialecto. No sé lo que dice y no trato de imaginarlo. El gran danés está afuera del local de las copias con esa forma tan especial de parecerse a su dueño. Los mismos ojos saltones, iguales cachetes colgados. X perro, x dueño. Hay obras en la avenida y mucho desmadre vehicular. Muy ajeno a mí, x conductores encabronados y acalorados, x obra en la ciudad. Como decía, no voy pensando en nada en particular. Viene un pajarero. ¿Los conocen? Esos hombres de facha provinciana que cargan muchas jaulas apiladas con pájaros de diferentes especies en su interior y los ofrecen a las amas de casa que gustan colgar jaulas en los corredores de sus casas para encerrar algo de música. Pero este pajarero es diferente. Son pájaros de plástico, en jaulas de plástico con flores de plástico. Con seguridad son meidinchina y usan pilas triple a pero se escuchan como una parvada de verdaderas aves paradisiacas. Las miro fijo y en un segundo viajo a lo profundo de un bosque fresco. Unos pasos más y el pajarero y yo coincidimos en el camino. Yo pensaré que me gustaría tener un ave cantora y plástica en el escritorio de la oficina. Nadie la toleraría pero ambientaría mi propio bosque y sería la venganza idónea contra las otras muchas aves que graznan todo el día en sus escritorios. El pajarero me dirá: Lleve un pajarito seño, pa’ que quite esa cara triste. ¿Triste?, ¡¡¡¿WAF?!!! ¿quién está triste?, ¿seño?, ¿qué coño quiso decir con eso?, ¿pájarito?, ¿a poco si quitan la tristeza?, ¿porqué nadie me lo dijo antes?, ¿de qué carajo hablaba este pajarero igualado?
La imagen
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