martes, 1 de febrero de 2011

Provecho...


Acá donde laburo, tienen costumbres muy exóticas. Cuando van a dar las dos de la tarde,  la hora de comer, todos comienzan a exclamar: “¡provecho!”, y aunque los demás estén aún en sus escritorios y sin probar bocado alguno, responden igualito con sobrado entusiasmo y distintas y melodiosas tonalidades: “provecho (…) provecho (…) provecho (…) provecho”. Entonces es como si hubiera sonado una campanilla y todos comienzan a levantarse, se disponen a salir a tomar sus alimentos en cual fonda o restaurante según sea el caso. Dejaremos de escuchar el la cortesía  hasta que la oficina haya quedado desierta, quizá con alguna hoja de papel cayendo al piso con ganas de gritar también: “!provecho¡”. Al regresar, en un intervalo de tres a cuatro de la tarde, según sea el nivel de confianza o cinismo, volveremos a escuchar la letanía: “provecho (…) provecho (…) provecho (…) provecho”. Al principio me resistía porque no tiene sentido decir provecho cuando no hay comensales y menos repetirlo ochenta veces, pero no importa la educación que mamé, ni lo que dicten los manuales de urbanidad y buenas maneras, aquí la tradición es ésa y el que no la siga es muy mal visto. Es común escuchar comentarios como: “provecho, coman o no coman” o “en el comedor del otro edificio les dije provecho y ninguno contestó, ¡qué mal educados!” Un día después de comer, varias fuimos al sanitario y una señorita que se disponía a abandonar el recinto antes que nosotras exclamó mientras cerraba la puertecilla del inodoro: “¡provecho chicas!” ¿Lo más sorprendente? Que todas contestaron con ritual elegancia. ¡Wac! 

...bueno algo así si me motivaría...¡provechooooo!


No hay comentarios:

Publicar un comentario

Dime qué piensas

LinkWithin

Related Posts Plugin for WordPress, Blogger...