Mil gracias Eugenio pero no puedo, no voy a poder, te digo que no. Tengo mucho trabajo sabes, no ya no estoy en La Crónica, dejé de sentirme Sandy Bell. Salgo tarde y debo llegar temprano a la casa, ya sabes, Fátima y trabajo re lejos, no, definitivamente no podré estar en la lectura de tu testamento pero te agradezco mucho, en serio, siempre supe que me ibas a heredar ese saco estampado con figuras de colores, el que usaste la noche que platicamos, cuando me invitaste esa copa de tinto chileno. Yo no debí, sabes, yo era la reportera, yo sólo debía entrevistarte pero tú tenías sed y convidabas como si de agua se tratara, que demonios. Ya, ya se que te fuiste. Que se queda tu legado, pos si pero ¿qué más da? ¿qué es tu legado sin ti?, con un legado no se improvisa como tú improvisabas, como tú jazzeabas. Es que a ti ya te valía madres tocar eso es lo que pasaba, te subías a gozar, a divertirte, ¡a jazzear! Por estos días se van a escribir cosas memorables acerca de ti así que no te hago justicia si pongo acá esta nota, pero fue una nostalgia nomás. Intentaba aprender el oficio del periodista o más modestamente, el de reportera. No importa si aprendí. Disfruté cruzar copas contigo y ponerme tu saco y estrechar manos y convertirme en tu fan.
El jazz te va a a echar de menos. Gracias por el saco.
“Me gusta que el festival le haya dado apertura al jazz y creo que sí es importante darle continuidad porque hay mucha calidad en él”, dice a Crónica el jazzista mexicano Eugenio Toussaint.
Esto a propósito de su participación en Puebla Instrumenta Verano, con un taller que busca introducir a los jóvenes a las técnicas y “al arte de la improvisación” en la UDLA y mediante el concierto Nothing Personal, que se llevó a cabo ayer en la tarde en el patio de la Casa de la Cultura de la ciudad de Puebla.
“Con su permiso, me voy a servir un pegue”, dice y nos invita a sentarnos. La copa de vino tinto está servida y Eugenio Toussaint luce bien, ataviado con su saco negro y estampados de colores.
El músico ha incursionado en el rock, el jazz contemporáneo, el heavy hasta lograr ser uno de los artistas con un repertorio original e innovador. “Sigo buscando mi identidad, por eso improviso todo el tiempo”. Su carrera es una aleación de trabajo duro e improvisación.
Eugenio toma un respiro, también un trago de vino y como siempre, sonríe. Está convencido de que en México a los jóvenes les falta comprometerse con una identidad.
“Afortunadamente a mí me tocó vivir una época, los sesenta y los setenta, en la que se vivía con ideales con una línea que distinguía la generación de otras. Hoy no, hoy existe un eclecticismo mal entendido y una rebeldía negativa que no los deja crear”.
No obstante, tiene esperanzas: “pero eso tiene que cambiar —exclamó—, yo les recomiendo que sean honestos consigo mismos y que no se la crean cuando empiecen a alcanzar logros”
Jazzista por vocación y músico por convicción, Eugenio siempre ha aclarado que es un autodidacta, pero esta vez confiesa que “aunque nunca fui a ninguna escuela de música o a un conservatorio, tuve la fortuna de encontrar en el camino a excelentes músicos como Pérez Herrera, de quien aprendí todo lo que sé de arreglos y después conocí a Albert Harris, que posiblemente haya sido el maestro más formal que tuve”.
Aunque su padre no quería que fuera músico, ese mundo era su destino. “Ahora comprendo a mi padre por que lo soy y mi hijo quiere ser músico y lo cierto es que me da pánico que lo haga porque conozco el ambiente”. Además, su abuelo amaba el jazz. Especialmente le fascinaba escuchar a Dave Brubeek y yo aprendí a hacerlo también”. A la preciada colección de discos de jazz del abuelo siguió una repentina incursión en el mundo del rock.
Por aquellos años sonaban Blas Sabath y Jimy Hendrix. Así que Eugenio comenzó a participar con grupos de rock en pequeñas presentaciones, lo que lo lanzó de lleno a ese mundo.
Sobre sus proyectos, cuenta que tiene nueve en el Sistema Nacional de Creadores que abarcarán tres años y que incluyen piezas clásicas, estudios Bop, un concierto de flauta, un concierto para orquesta y una pieza para la Orquesta Clásica de Bellas Artes que dirigirá Jesús Medina.
También tiene ganas de “hacer cosas multimedia, con conciertos de orquestas y de grupos de jazz en vivo porque realmente creo que ese es el futuro de la música. Es posible que así la gente que no acostumbra a asistir a los conciertos en un recinto se acerque a estos géneros”, concluyó.
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Dime qué piensas