viernes, 7 de octubre de 2011

... y coincidir


El destino se nos presenta en cualquier persona con la que nos relacionamos. Cada una de estas personas se convierte en destino para nosotros -y nosotros, en destino para ellas- Por tanto, el amor al destino significa amar tanto al destino que se me presenta en el otro -que me enriquece, me desafía y también me golpea a través de él- y, muchas veces, también golpea al otro a través de mí. De este modo, todo encuentro con otras personas se convierte en más que un mero encuentro entre ellas y yo. Se convierte en un encuentro de destinos que actúan detrás del otro y de mí. Pueden ser destinos gozosos o dolorosos; pueden estar al servicio del crecimiento o de la limitación, dando o arrebatando la vida. Así pues, el amor al destino es el amor último, que exige lo último de lo último y toma lo último. En él nos superamos. [...] 
Los Ordenes de la Ayuda. 
Bert Hellinger 

Nacimos solos, moriremos solos pero estamos condenados al deseo de ir acompañados. Nuestro destino se va tejiendo con los hilos que nos encuentran y nos desencuentran. Vamos descartando a unos y seleccionando a otros, no desinteresadamente. Pedimos escucha o conversación, aceptación, instantes, compañía. Y aun así luego resulta que no cualquiera es merecedor de la etiqueta de amigo, requisitamos al menos, coincidir. Alguien puede ser menos o más selectivo pero todos, todos piden algo y tienen un secreto interés cuando se acercan a nosotros. No es que esto sea bueno o malo. El punto es que en esa labor vamos cosechando experiencias, anécdotas, recuerdos. La cosa es saber cuándo habremos de cortar la raíz de una relación, y dar la vuelta. Llegado el momento veremos señales de que una de las  plantas no está dando más los frutos adecuados. Podemos dejarla en el huerto y será planta de sombra para recordar cosechas pasadas, pero hay que saber que algunas pueden convertirse en maleza y echar a perder el retoño de otras semillas. 

Nadie sabe de qué manera habrá de llegar su hora, si serena, durante el sueño, apacible o trágica, agonizante, angustiosa, de espanto, si tendrá oportunidad de un adios… pero habrá una última fracción de tiempo, ese instante en que nos será concedido hacer el inventario y constatar que no importa cuánto hallamos acumulado, todo se quedará aquí; no importará el prestigio, la experiencia, el placer, los actos heroicos, el conocimiento, el talento, nada por lo que hallamos luchado en vida si no podemos partir con la gozosa experiencia de llevar un equipaje de afectos, sinceridades, coincidencias, encuentros, desencuentros, esas cosas que sí son importantes. Sin olvidar que es necesario cerrar ciclos y sin embargo, como apunta Hellinger, es cierto, todo encuentro es destino.

Aunque hoy, cuestiono mi capacidad para mirarlas o para dejarlas pasar de largo (porque obviamente, no soy infalible), habré de llevarlos en mi equipaje, harán la diferencia en la balanza, serán lo único que permanezca tatuado en el alma.

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Dime qué piensas

LinkWithin

Related Posts Plugin for WordPress, Blogger...