No hay traiciones pequeñas. Quien es injusto en lo mínimo lo
será también en lo mucho y solo duele cuando se había establecido afecto hacia
el traidor. Los judas no pueden traicionar jamás a quien no les aprecia. Los
judas van tras las treinta monedas, pero solo está consumada la legitima traición
tras el beso que difama y si y solo si el traicionado lo recibe, en el estricto sentido de la palabra. No hemos de perdonar a Judas sino a nosotras mismas
por no haber sido precavidas, valientes y hábiles. Lección uno: yo permito la
traición. Lección dos: me alejo de quien no tiene reservas ni piedad para utilizar en su beneficio el manzano del amigo y tras ello, no es capaz de mostrar arrepentimiento
genuino. Es una persona que actuará de la misma manera en cualquier momento. Lección
tres: reconozco qué me duele y porqué, para saber qué aprendo de mi propio lado
oscuro. Sigo adelante.
Veamos el lado bueno, te pegó y tanto que volviste a escibir!
ResponderEliminarDe hecho no. De hecho volví a escribir porque el otro día me hiciste recordar que hacía tiempo que no lo hacía. Y aclaro, enfatizo, remarco y me corto las venas por ello: este post no tiene nada que ver con el tema al que te refieres. He dicho.
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