Hasta mañana Fulanita, nos vemos mañana Menganita, que
descanses Zutanita, (……………). Esa pausa la hace frente a mí y omite el “hasta
mañana”, la risita nerviosa, el besito en la mejilla y todas las demás efusivas
muestras de camaradería que el protocolo marca entre los compañeros de trabajo.
Este colega hace lo mismo todos los días pero ni siquiera puedo decir que sea
grosero, él simplemente hace como que no me ve y eso que hemos comido juntos en
ocasiones y en otras hasta hemos dicho salú con cheve en mano. No es que yo
muerda y me parce que tampoco apesto. Lo que si he comprobado en esté ambiente
de oficina es que si no ostentas un cargo arriba de asistente, no tienes un beun
“outfit”, como dice ahora la gente nais, puedes no ser merecedor de la simpatía
de algunos. Ese, entre otros detalles tiene la gente de por aquí. En general
son seres humanos comunes y corrientes, en general son agradables pero con esas
maneras extrañas que a veces no entiendo. A veces pienso que de seguro también
yo tengo modos que ellos no entienden, pero en mi pueblo la gente se saluda y
se despide si se conoce y aquí no; de donde vengo puedes simpatizar o no pero
no pierdes la cortesía. Aquí puedes bailar y compartir chelas en la fiestecita
del viernes con ellos, pero el lunes en la oficina ya no te conocerán o pueden
ser muy amables y hasta mostrarse afectuosos en las horas laborales, pero
afuera si te ven, no se acuerdan. Hasta ahora no me he ofendido más de la
cuenta con esto, solo he quedado como babosa en la calle en un par de ocasiones
al saludar y quedarme sin respuesta, je! Pero sigo solo observando, finalmente
todos somos un poco bichos raros pero unos más bichos que otros ¡jo! O como
dice mi querido Minino: “tú estás loca, yo estoy loco, todos aquí estamos locos…si
no lo estuvieras, no estarías aquí”.
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