jueves, 1 de julio de 2010

otro día de...


Todos los jueves juego un juego triste, dijo y supe que iba a soltar otra de esas cosas que me golpean el alma (no sé cómo es eso pero suena a que duele, ¿qué no?).

-¿Cuál es el juego triste de los jueves? -Juego a que mis papás no están conmigo y yo trataba de encontrarlos…otro jueves jugué a que tenía un caballo en un establo pero tenía que irme a vivir a una ciudad y él me extrañaba…otro jueves me iba en un barco y mis amigos me decían adiós, ese fue más triste porque ellos lloraban y yo también…

¿Cómo te explico que a veces la vida parece ser un interminable jueves de juegos tristes? Y si, los más tristes son esos en los que te despides de lugares, de cosas, de afectos, y hasta duele despedirse de quienes parece que nunca te quisieron.

Un día él se fue ¡y me dolió tanto! Tanto, aunque hacía mucho que yo sabía que todo era una bonita fantasía de estar acompañada. Y te juro que intenté que se quedara. Intenté que no lloraras como lloraste pero sucedió cuanto tenía que suceder y sin embargo, toda la fortuna del mundo se quedó conmigo porque te dejó a mi lado. Yo me quedé mucho en el trabajo, mucho en mis tristezas, mucho sentada en mi constante intento de ordenar esta historia, de poner cada cosa en su lugar y aún no termino y a veces me aterra pensar que nunca lo haré, pero esa es otra historia.

El domingo pasado fue día del padre y escribiste una carta decorada por todos lados, ninguna esquina de papel quedó en blanco, pusiste ahí todo tu amorcito, estrellas de colores letras de tus manitas de seis años con las que dices cuánto lo quieres y que es el mejor, y ese dibujo donde los dos se toman de la mano.

No me enteré que el lunes había festival de día del padre (¿ya he dicho antes lo mucho que me caen mal los días de…verdad?). A lo mejor es cierto y uno oye y ve lo que quiere nomás y no quise ver ni oir de esa fecha pero igual te mandé a la escuela y luego me contaste que habían ido los papás de tus amigos.

- Mi papá también estuvo, siempre está, en mi corazón…

Si, te lo dije muchas veces: aunque se haya ido, siempre será tu papá y siempre te querrá. Parece que no lo hice mal, estás convencida y no tengo intención de cambiarlo, me hace feliz que seas feliz, que ya no llores por él, y que recuerdes tantas cosas lindas de papá, con todo y que tengo un lado oscuro (muuuuy oscuro) en el que no cambia que prefiero no hablar de él y que la verdad, la verdad, aún tiene miedo porque lo amas tanto que lo absuelves de cualquier culpa (tu corazón es puro). Me da miedo ese lugar en tus dibujos donde no estoy, me da miedo la culpa que a veces hace que me pese cada hora en la oficina y pensar que está más cerca él acurrucado en tu corazón que yo acá afuera en el mundo de las mamás dinosaurio que se juegan la vida por la cría. Miedo a que esa despedida nunca deje de doler.

Y yo que creía que a las cosas, los lugares y las personas entrañables se les quería mientras se les tenía y luego se les dejaba ir si así tenía que ser. Pero que poco se de despedidas sabias como las tuyas.

¿Qué? ¿Qué cosa? ¿Que quieres que ponga esa carta en el buzón?...

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