viernes, 3 de mayo de 2013

Irse

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Un día la nena abrazó a su muñeca, una bolsita con cosas que creyó necesarias y se marchó. Tenía tres años y mis tías y mi abuela me alcanzaron cuando había recorrido un par de cuadras para hacerme regresar sobre mis pasitos. Todavía las escucho llamandome. Es un poquito penoso tener tres décadas cumplidas y no terminar de concluir la independencia. Pero todo es trabajo constante, cambio, proceso personal le llamo. 

Cada vez que veo esta foto recuerdo la anecdota de mi primer intento por irme, tengo memoria de que sabía que no quería cinco mamás pero la mía no quería estar, así que me iba. Las cosas no son muy distintas ahora excepto por que ya también yo soy mamá y cada día pienso que quiero que la Guerrera aprenda de esta mudanza que podrá marcharse un día, volar sin peso extra en sus alas y sin sentir pena ni culpa por el camino elegido. Quiero que sepa que no estaré para retenerla sino para impulsarla. Hoy tengo treinta, abrazo a la Guerrera y me voy cada día un poco más.  

Fe de erratas: 32 (ouch)

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