martes, 7 de mayo de 2013

El ciego y el avaro

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--> No existe alguien que nunca haya beneficiado a otro ser humano. Es curioso el flujo de las ayudas, no funciona como las leyes de oferta y demanda. Sospecho que no es tan simple como la idea del karma. Es más, cuando menos lo esperamos y quien menos sospechamos nos está ayudando, incluso si esa persona cree estar actuando para perjudicarnos, ¡pues ya está! Nos está haciendo el enorme favor de darnos una lección de vida pero hay que aprender a mirar más allá de lo que vemos. Todos somos instrumentos de la vida de una u otra manera. Ayudar es un regalo para nosotros mismos.

Un indigente ciego pide monedas todos los días en la misma esquina. Un avaro decide hacerle entender que está muy mal que mendigue, que no es el mejor modo de ganarse la vida. Cada día pasará junto a él y le dará monedas sin valor, fichas circulares de metal.
El indigente agradece todos los días la “bondad” del avaro que se marcha siempre sin responderle y creyendo que le ha engañado. Una mañana el indigente le sonríe y le dice:
- Usted, señor es la mejor persona que yo conozco. Creí que para mí todo estaba perdido pero tengo muy buena fortuna de haberle encontrado, he vuelto a creer que aún existen seres generosos.
El ávaro se mofa un poco para sus adentros pero le pregunta, quiere saber a qué se refiere y cómo sabe a quién le habla si este hombre es invidente.
- Usted debe ser muy pobre quizá tanto como yo, nunca lo he visto pero todos los días me da un puñado de metal, acaso sea lo único que usted posee pero intenta ayudarme. He querido agradecerle, vendí las fichas y puedo invitarle un café.
Una lágrima rodó por la mejilla del ávaro.

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