Tres de la mañana, otra vez. Y a las cuatro, las cuatro
treinta, y así hasta que son las seis treinta y me levanto. Despierto inquieta, tengo sueños extraños porque extraño, es por eso seguramente. Arriba, me digo que es hora de comenzar nuevamente y voy a tientas por
una habitación que aún desconozco. Que por ahora me contiene pero no me
pertenece o yo no pertenezco a ella, da igual.
Que es cuestión de adaptarse me
dicen unos, ¿qué sentido tiene acostumbrarse a algo? Me pregunto yo ahora. Más
adelante habrá que desprenderse de todo. De personas, de lugares, de amores, de
un cuerpo. Es que estamos de paso por todas partes. Condenados a ser errantes. No
afirmo que esto sea malo, tampoco bueno, solo es una realidad que me pone
melancólica y me da un revés porque crecí intentando pertenecer a una familia, a
un lugar, tener raices.
Justo ahora no se bien a bien si es este cambio como lo
esperaba. Me encuentro invadida por emociones que me parecen como recuerdos de
una vida pasada. Me siento alentada por el viento que va empujando mi barco y
sin embargo, al mismo tiempo, me invade la nostalgia, el desconcierto, el dolor
de la metamorfosis.
Es aquí cuando parafraseo lo que “Ulises dice”: que no hay
mayor placer que crecer y ver crecer. Yo digo que el dolor es parte del
crecimiento, (el dolor, no el sufrimiento). No debería, uno imagina que crecer,
fluir, avanzar o como quiera decirse, es un camino reconfortante. La verdad es
que si se pone atención, la oruga debe desgarrarse y cambiar de piel cuatro o
cinco veces antes de ser mariposa. Se sabe que este animalito posee un pequeño sistema nervioso
que se transforma de manera dramática mientras adquiere su forma de ser alado y colorido y se sabe también que fisiológicamente es consciente a traves de dolor, de que está transformándose.
Se ha probado
también que una vez convertida en mariposa, conserva recuerdos de su vida larvaria. Imagino
que sabe que el cambio debe suceder, que no hay opción a detener ese proceso,
aunque duela.
Es una pena que yo no sea una oruga y tenga tantas ganas de
paliar el dolor que me provoca ahora esta metamorfosis.
Esto también pasará.
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