miércoles, 15 de agosto de 2012

La mudanza y los naipes




() Entonces, Alicia dijo: «¡Qué estupideces!» Y la Reina dijo: «¡Que le corten la cabeza!» (Que es lo mismo que decía siempre que se enfadaba.)

Y Alicia dijo: «¿Quién os va a tomar en serio? ¡No sois más que los naipes de una baraja!»

Con lo cual todos se enfadaron muchísimo y saltaron por los aires, y cayeron sobre Alicia igual que un chaparrón.

Creo que lo que pasó a continuación no te lo imaginarías jamás. Y fue que Alicia se despertó, y terminó su extraño sueño. Y descubrió que los naipes no eran más que unas hojas del árbol que el viento había hecho caer sobre su cara.

¿Verdad que sería precioso tener un sueño extraño, igual que Alicia?

El mejor plan es éste. Primero, te tumbas a la sombra de un árbol y esperas a que pase corriendo un Conejo Blanco, con un reloj en la mano: después, cierras los ojos, y piensas que eres la encantadora Alicia. Adiós, querida Alicia, adiós.


Así es como recuerdo que termina el cuento de Alicia que me leían cuando era niña. Es posible que halla estado tumbada por largo tiempo bajo mi árbol, protegida por la fresca sombra de sus ramas. Esperando a ver pasar al Conejo Blanco. Me prometí salir corriendo tras él, como Alicia, cuando pasara por aquí.

Fue cuando el árbol dejó de ser acogedor, que vi pasar al simpático conejo o eso me pareció. Mis piernas están un poco abotargadas por la espera, pero me lanzo al movimiento y es justo ahora cuando el remolino de Naipes hace de las suyas, intenta nublarme la vista y impedirme abandonar, moverme, desapegarme, llegar a la que he visualizado como siguiente parada.

"Es ahora", dijo Ulises; "No estás sola", dijo Raquel; "Eres la única que todavía cree que no puede", dijo mi madre. Aquella sucesión de palabras fue como el encuentro esperado entre dos neuronas adormiladas, como enchufar después de mucho tiempo, un aparato viejo. 

Pasó la corriente y fue posible la sinapsis. Desde entonces pretendo mudarme, falta poco, la voluntad y el coraje no me han abandonado, sin embargo una tras otra, distintas situaciones se me han presentado como para hacerme dar vuelta. Supongo que esta es la vida que había postergado. La lluvia de naipes ha sido curiosa y angustiosa y acusiosa (no estoy segura del significado de esa ultima palabra pero no importa porque rima).

Me he aferrado a la mano de La Guerrera y a esas palabras y todo lo demás ha seguido su curso, ha sido un agosto bastante distinto a los cinco anteriores durante los cuales me esforcé por mantener mi vida en santísima calma. He de dejar atrás cosas y presencias muy queridas para aventurarme a asirme de otras. 

La punta del iceberg es mi salud, el tiempo invertido en transportarme desde una delegación en el sur de la ciudad hasta un municipio en el norte y viceversa. Son los retardos en el trabajo, son las uasencias con Fatima, es el gasto estratosférico que representa montarme en varios medios de transporte al día. Pero en el fondo se trata de algo mucho más complejo: romper patrones, ganar mis propias batallas. 

Nadie supondría que sería tan difícil dar el primer paso pero también, nadie dijo que sería sencillo.

El reloj del Conejo Blanco no marca una hora, nunca es tarde, me dice, puedo llegar sin correr, un paso a la vez. Sabes a dónde quieres ir y estás haciendo que suceda, te estás moviendo, eso te da la certeza de que vas por la ruta correcta…y además no es un fin, cuando llegues ahí verás que es solo un medio, que será el comienzo.

2 comentarios:

  1. Tu madre tiene razón y un día ya muy cercano empezaras a resistirte al movimiento y a bailar con él....felices lunas!

    ResponderEliminar
  2. Raquel también tiene razón... aquí estamos, con ustedes. Un abrazo para las dos aventureras :D

    ResponderEliminar

Dime qué piensas

LinkWithin

Related Posts Plugin for WordPress, Blogger...