Las cosas fueron hechas para ser usadas, los seres humanos para ser amados, y nunca alrevés.
Victor Baltazar. Psicoterapeuta
Con el pretexto de ser día de reyes, el área de Recursos Humanos preparó una actividad que agradezco profundamente. Alguna vez, nuestro profe, Pablo Mijares nos dijo que al dar, en realidad se recibe.
No salvas al mendigo al arle una moneda, pero sí te salvas a ti mismo. Muchos necesitamos ser salvados. Salvados, no en los términos de ninguna religión, sino, salvados de nuestro egoísmo, salvados de nuestra miseria, salvados de nuestras pocas ganas de creer, de avanzar, de amar.
En la casa hogar Santa Inés, viven cerca de 50 niñas de entre 1 y 15 años, en situación desprotegida. Cuando se lo conté a Fatima para que compartiera el entusiasmo de ir a surtir la cartita que me fue encomendada, ella resumió el asunto en lo siguiente:
¿Desprotegida?, ¿qué es eso?(...) ¿osea que si tienen frío nadie las abraza? ¿y si se enferman nadie las apapacha?
Quizá sea más terrible que eso, no conozco la historia de ninguna de estas niñas y sé que todos los preciosos objetos que los empleados de la editorial aportaron como regalos de día de reyes no repararán las heridas de esas infancias, pero sí vivo convencida de que una palabra, un gesto, una situación y hasta el aleteo de una mariposa percibidos en la niñez, pueden dar un giro a una vida entera.
Al final de la entrega de regalos, una de las niñas nos agradeció en nombre de todas sus compañeras, ojala supieran que somos nosotros quienes debemos estarles agradecidos por la oportunidad de dar un poco, de sentir que existen muchas realidades y no solo la negra que nos empeñamos en ver cada día. Fue una oportunidad de ser un poco más humanos.
Luz María Barr tiene 9 años, la miré tan parecida a Fatima que no pude evitar pensar en el asunto de las vidas paralelas. Gritó de emoción cuando sacó los cuentos y los lápices de colores pero francamente creo que lo mejor de todo fue el vestido, ese que Fatima jamás iba a usar porque en cada ocasión especial, ha de estrenar uno nuevo.
Luz quiere ser maestra, ojala que se aferre a ese sueño con todas sus fuerzas, las del abrazo que me dio al despedirnos.
se me puso la piel de pollo. Conozco la otra cara de la orfandad, la de mi propia madre que recuerda qué feliz la hacía esa monja que una vez a la semana le regalaba una torta, y que de su infancia, ese detalle es el mejor. :)
ResponderEliminar