No hubiera querido nunca que se fuera, lo quería como una loca, pero un día desperté sin saber qué carajo había pasado y tampoco deseaba averiguarlo. Dolía cómo si la noche anterior me hubieran arrancado de tajo una extremidad.
Él necesitaba irse para conocerla, para estar mejor talvez y yo necesitaba con urgencia que se fuera para comenzar a reconstruir el alma. Venía pretendiendo reparalo todo para que en su vida sucedieran cosas buenas pero no lo conseguí y además me olvidé de la mía, así que estaba exhausta y él se fue.
Creo haber sentido que me quedaba vacía, sin nada más para compartirle. Me quedé como extraviada, pero ambos necesitábamos esa ruptura.
Luego aprendí que no había quedado mutilada y lo hice tan bien que me sentí cómoda y hasta feliz sin él, feliz conmigo, andando a mi ritmo, moviéndome en mi espacio, dueña de mi tiempo, mis recursos, mi silencio y mis historias.
Ahora, porque así le corresponde y está dispuesto, él permanece para la Guerrera. De ese modo, incursiona al mismo tiempo en mis días, pero de una forma distinta, como salido de una máquina del tiempo.
Al estar cercanos he visto con claridad cómo aparece esa atmosfera, densa como gel, ligera como hojas secas, que lo envuelve todo. Se respira entonces familiaridad, pertenencia. Estar ya no es molesto, ya no enfurece, ya no es un flagelo, es quitarse unos incómodos zapatos y ponerse un par que se ha tenido por mucho tiempo y le viene muy bien a los pies de uno. Es bueno tenerlos solo que no nos pertenecen.
Hablo de cotidianeidades, de que lo miro, me observo y casi podría jurar que nos pasa igual, que me extraña y lo extraño yo, pero está prohibido decirlo y ninguno de los dos lo hará porque no deseamos equivocar ni alterar el orden actual de las cosas. Ambos sabemos que existe ese límite y que no vale pedirle al tiempo que vuelva, por el bien de los tres.
No sé y jamás me atrevería a preguntarle si aun está con ella o con alguien más, no haría diferencia saberlo, pero nunca ha dejado de intrigarme cómo es darle un borrón a todo, así nada más, desprenderte de pronto de alguien junto a quien dormías, comías, te lavabas los dientes, hacías las cosas más simples y también las más imposibles, jugar a adivinarse el pensamiento, las ganas y los sueños, cómo es olvidarse de que reconocías sus pasos tras la puerta y su sonido al preparar las llaves para entrar a casa…a casa. ¿Cómo se hace para desaprender el aroma en su ropa, en su piel y en un instante amar el de alguien muy distinto?, ¿cómo sustituyes? Me intriga saber si es posible y si lo hizo así.
Un día todo eso parece un distante espejismo y de pronto estás frente a alguien con quien ya no tienes nada que ver, nada y todo a la vez, complicidad añejada, dejavú adivinado, y surge una sensación de estar hablando en el mismo volumen, en una misma sintonía, de poseer secretos del pasado y el futuro que nadie más comprendería.
Ahora esa sensación es agradable pero en otro tiempo fue precisamente ese cotidiano lo que se saboreamos como rutina, en soga que apretaba los ojos y nos mutaba en terible versión de nosotros , me paralizó a mí y lo hizo a él salir corriendo, detrás de no sé qué o de no sé quién.
Ya pasó el tiempo y cada uno escribe, en diferente tinta, una diferente historia. A la par abrigamos los días de la Guerrera y nos sabe bien. Yo todavía no se qué es lo que busco y él…no tengo noticias de lo que le ocurre en ese plano. Sin dejar de quererle y estarle agradecida afirmo que no anhelo revertir nada. Me atrevo a decir que valió la pena que todo sucediera como sucedió.
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Dime qué piensas