martes, 10 de enero de 2012

Drogadicta no, solo responsable



Hace más de un mes que no me acerco al par de muletas. Tal vez porque me sentí mucho mejor y descubrí que ya podía andar sola o tal vez me permití la desidia de no comprar el medicamento. La cosa es que, no es sencillo ser honesta con un loquero y decirle que no me ha dado la real gana llamar a la farmacia.  Así, yo no se lo reporto, él no lo sabe y si él no lo sabe, no puede decirme si debo retomarlo o no, o comenzar con otro tratamiento o darme de alta. Este es un circulo vicioso bastante absurdo así porque no obtengo ninguna ventaja de él.

¿Qué me hizo abandonar ese letargo? Justamente que al cerrar el año, algunos familiares se enteraron de mi tratamiento. Esto incrementó los ataques prejuiciosos. La verdad es que se los dije porque creo que  ninguna persona deprimida debería pasar ese transe sola. Ahora que estoy bien pude hablarlo aunque espero que su intervención en una recaída no sea necesaria jamás, para empezar porque no me gustaría tenerla y luego porque antes de llamar al doc, me llevarían a una limpia, me recetarían pócimas mágicas o algo así. 

Aun creo que detrás de sus comentarios hay bastante ignorancia y bueno, se les permite hablar pero, no les escucho y ya ni siquiera respondo. Sé que no soy una drogadicta, solo tuve un resfriado y debí medicarme, tuve parálisis facial y debí medicarme, tuve depresión y debí medicarme. Puede no gustar, la ciencia puede estar equivocada y quizá seria ideal vivir al natural, cien por ciento saludables debido a una suficiente salud emocional, sin necesitar nunca de la medicina, pero mientras eso se decide, todos merecemos bienestar.  

Ciertamente, atender la depresión que me tenía como hundida en una pequeña grieta, me ha fortalecido, más por lo enfrentado en el proceso, que debido a los medicamentos por sí solos, o el acompañamiento de Ulises nadamás. Estaría perdida si sintiera dependencia hacia alguno de los dos.

Así las cosas, agendé una cita para hoy con Ulises y mañana con Pp Díaz. Ahora son visitas de rutina y seguro que me ayudan, pero ya puedo estar segura de que no los necesito, no me son indispensables, he soltado las muletas, puedo andar por mí misma y esto es algo que no volveré a olvidar. Sí con el mundo, pero antes: CON MIGO. 

¡Feliz camino, Isa!

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