Hace más de un mes que no me acerco al par de muletas. Tal
vez porque me sentí mucho mejor y descubrí que ya podía andar sola o tal vez me permití la desidia
de no comprar el medicamento. La cosa es que, no es sencillo ser honesta con un
loquero y decirle que no me ha dado la real gana llamar a la farmacia.
Así, yo no se lo reporto, él no lo sabe y si él no lo sabe, no puede decirme si
debo retomarlo o no, o comenzar con otro tratamiento o darme de alta. Este es
un circulo vicioso bastante absurdo así porque no obtengo ninguna ventaja de
él.
¿Qué
me hizo abandonar ese letargo? Justamente que al cerrar el año, algunos
familiares se
enteraron de mi tratamiento. Esto incrementó los ataques prejuiciosos.
La
verdad es que se los dije porque creo que ninguna persona deprimida
debería pasar ese
transe sola. Ahora que estoy bien pude hablarlo aunque espero que su
intervención en
una recaída no sea necesaria jamás, para empezar porque no me gustaría
tenerla y luego porque antes de llamar al doc, me llevarían a una
limpia, me recetarían pócimas mágicas o algo así.
Aun creo que detrás de sus comentarios hay
bastante ignorancia y bueno, se les permite hablar pero, no les escucho y ya ni
siquiera respondo. Sé que no soy una drogadicta, solo tuve un resfriado y debí
medicarme, tuve parálisis facial y debí medicarme, tuve depresión y debí medicarme.
Puede no gustar, la ciencia puede estar equivocada y quizá seria ideal vivir al
natural, cien por ciento saludables debido a una suficiente salud emocional, sin necesitar
nunca de la medicina, pero mientras eso se decide, todos merecemos bienestar.
Ciertamente, atender la depresión que me tenía como hundida
en una pequeña grieta, me ha fortalecido, más por lo enfrentado en el proceso,
que debido a los medicamentos por sí solos, o el acompañamiento de Ulises nadamás.
Estaría perdida si sintiera dependencia hacia alguno de los dos.
Así las cosas, agendé una cita para hoy con Ulises y mañana con
Pp Díaz. Ahora son visitas de rutina y seguro que me ayudan, pero ya puedo
estar segura de que no los necesito, no me son indispensables, he soltado las
muletas, puedo andar por mí misma y esto es algo que no volveré a olvidar. Sí
con el mundo, pero antes: CON MIGO.
¡Feliz camino, Isa!
Eres fuerte, siempre lo he sabido.
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