- A desayunar, hija
- ¿Me das galletas?
- Mejor fruta
- ¿Me sirves coca?
- Mejor agua
- ¿Me compras papas?
- Mejor pones eso en la alcancía
- ¡Baaah, eres mala!
- ¿Me compras eso?
- No lo necesitas, ya tienes uno
- ¡Baaah, eres mala!
- Ma’, ¿puedo ver otra película?
- Ya viste una, sal a jugar
- ¡Baaah, eres mala!
- Mami, hoy no quiero bañarme, hace frío
- Con el agua se te quita
- ¡Baaah, eres mala!
- ¿Puedo comer en la sala?
- Para comer es la mesa
- ¡Baaah, eres mala!
- ¿Me lees un cuento?
- Hicimos tarea y se hizo tarde, es hora de dormir
- ¡Baaah, eres mala!
...
¡Sí, soy la más mala!, te digo. Prefiero ser la peor. Me queda claro, es difícil educar pero, estoy segura de que es más difícil corregir a un ser humano que no ha sido formado con el amor que enseña a conocer y establecer los propios límites. Estoy segura de que estos te permitirán vivir la libertad y la felicidad auténtica, a no dejarte enamorar por la felicidad del instante, la que engolosina, la que deja siempre una sensación de vacío. Si, Fatima, soy la mamá más mala del mundo y te enseñaré estas cosas o no sabrás que tus alas pueden llevarte muy lejos.
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