"Si, yo con mi mujer también tengo broncas mamita, si de repente cotorreamos es como todo no podemos estar como perros t gatos pero no es lo mismo que contigo…aja…si ya no la aguanto pero mira mientras te tenga a ti corazón lo aguanto todo…"
Le indiqué a donde iba y el taxista obedeció y siguió la conversación por su celular con la que era sin duda su amante. Amante en toda la extensión de la palabra porque la esposa era un fastidio, una carga, una tortura insufrible ya, a decir de él y ella, la otra , la voz al otro lado de la línea, era el objeto del deseo, la mamita, la mujer a quien amar, eso: la amante.
No es lo correcto conducir y hablar por teléfono y este señor estaba además, conduciendo un taxi pero ya saben…siguió: "¿cuál?...¿rubio cenizo?...Ok,...ah el que es como cafecito... el que usaste la ultima vez ok, ese, en la noche lo tienes mamita...si, quiero que te pongas guapa...si, la recarga al rato te la mando para que me hables cuando quieras. Ok, nos vemos en la noche, si, ya sabe que no voy a llegar. Bye".
Oiga, ¿cómo es eso? Que tenga una amante está bueno pero, ¿cómo que le compra el tinte y el tiempo aire a la amante?, ¡qué insolencia!, aquí en la esquina bajo por favor.
Una cosa si podemos decirle a la esposa de este señor taxista: la otra es rubia jeje.
No maaaa!!! "La otra es rubia" una conversación del ladino taxista que a su modo explica toooodo lo que la esposa en pleno devaneo de sesos con sus amigas no puede explicar.
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