miércoles, 31 de marzo de 2010

Los motivos del blog II


Esta mañana comencé las tareas del día, pero me desayuno siempre una rebanada de noticias (aunque dije que estaba a dieta de ellas, no las puedo evitar); incluyo una revisión al mail del trabajo y la mezclo con una de mi bandeja de entrada personal y nunca me debe faltar la sabrosa porción de tus palabras.

Ya, ya se que no es una correcta práctica laboral, pero qué quieres. Son diez horas acá frente a la mac, por salud mental, hay que recetarse algo de dispersión y tu blog es siempre una delicia.

Ayer nos vimos y hablamos, desde luego que si. Pero, ahora mismo me doy cuenta de que muchas veces de frente las palabras son trinqueteras, vagabundas, dispersas. Se atropellan unas a otras en un intento por revelar todo lo que necesitábamos contarnos. Otras se quedan en el camino porque querían contar algo que para entonces ya no tiene relevancia. Y definitivamente hay palabras y frases que se comportan harto tímidas y se niegan, se aferran a la garganta, se niegan a admitir que la amistad entre nosotros es garantía de que nadie las dañará.

Es más, ayer que te vi, me di cuenta de que me daba mucho gusto tu cercanía pero que no sabía que decirte y te pasó lo mismo aunque queríamos contarnos tanto! Y así fue, nos dijimos poquitas cosas pero se que te leo y es entonces que comprendo mejor tales silencios.

La cosa es, que últimamente leo sus blogs y eso fue aventarme un clavado en sus historias. Leerlas me ha hecho amarlas más.

A raíz de esto, te he dicho que son misteriosas las circunstancias por las que uno encuentra a determinadas personas en el camino, que al leerlas las pensé niñas y volví a creer que nada es coincidencia que en algún lugar esas niñas y la niña que yo soy están jugando juntas.

La esperanza de encontrar esas historias y la certeza de que aún hay muchas que contar, se suma a la lista de motivos para blogear. Para subirme al barco y comenzar a hacer el recuento de sucesos de este viaje.

Habrá que escribir para decirnos, para contarnos, narrar la fotografía de los días. Mientras bebo ese café tan malo que hay en la oficina me acuerdo de cuando me encantaba escribir y recibir cartas.

Vendré entonces a la orilla del barco y de las horas. Desde este, mi viaje hacia ningún lugar estas son las cartas que pongo en botellas. Son la única esperanza para que sepas, para que yo no olvide. Me arriesgo a que las encuentres o no y las lanzo al mar.

1 comentario:

  1. Hayyyyy amiga, que bueno que te aventaste a primero... explicar como siempre los hechos!!!! Qué rayos no podemos estar sin ninguna explicación!!! Además yo se qué eres buena en esto de la escribida... te va a ir bien, además es una bonita forma de exorcisar (( asi se escribe?))) a nuestros demonios. Te quiero amiga!!!! y felicidades.

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