
Hoy lloré. Con mis 29 años lloré como una niña pequeña frente a mi pequeña niña de seis años. Antes de eso la regañé porque va mal en la escuela. ¿Mal? Eso dice la mis. Supongo que eso quieren decir los muchos sellitos morados con no trabaja, esfuérzate más, platica en clase, incompleto, no sigue instruccines, no comprendió, blablabla...
Se supone que si una mamá regaña por estas cosas debe comportarse implacable y exigir resultados. Pero, ¡carajo! Solo tiene seis años y ¡es excelente en tantas cosas! Y yo me siento tan mal por salir de casa a las 7:30 a.m., luego de haber preparado comida, lunch, uniforme, casa limpia, ropa para las clases de hawaianao, el desayuno del perro…………y llegar a casa a las 10 de la noche ya sin ganas de revisar los cuadernos, sin ganas de jugar, de leerle un cuento, sin ganas de recordar que otra vez no comí con ella ni fuimos a las canchas de basket, que la bicicleta ya le queda chica y aún no la acompaño a aprender a andar en ella, y en fin todas esas cosas que se supone que hacen las mamás.
Espero el fin de semana. No se me ocurre el bar, el galán, la reunión, las amigas, los amigos, el corte de cabello…..se me ocurre sólo que necesito tiempo para ser su mamá, a dónde iremos, de qué hablaremos, quiero saber en qué mujercita se va convirtiendo mientras me alejo para ganar los pesos.
Y llore por eso, porque a veces me parece que no puedo con eso, porque me faltan horas, porque ya eran las 7 y otra vez no desayunaríamos juntas. “Un vaso de leche y fruta, mientras te peino y corramos o no entras a la escuela”, te digo y tú no reprochas eso, pero veo tu carita de angustia, me se tu tristeza por no comprender todo este desorden que soy.
La mis no sabe todo esto, no tiene porqué. Ella dijo: “no estoy para cuidar niños” (menos mamás). No, supongo que su labor se limita a seguir el maldito programa. Es como muchos otros maestros en este país. Y acaso, van un poco más allá y ayudan a nuestros niños a aprender que deben competir ferozmente, que pueden sentirse culpables por sus errores, que deben hacer y aprender cosas que no los hacen mejores personas ni más felices, pero que así debe ser, que diez taches valen más que una palomita y que no importa cuánto talento tengan en muchas otras cosas, es primordial tener letra bonita.
Puede ser que sólo estoy enojada por mis propias incapacidades, con mis propias circunstancias, por ser una mamá que está criándote sola y no puede ir a la junta de firma de boletas porque hay que corretear la chuleta, aunque ésta quede a dos horas de camino diarios.
Aún así te confieso que no me compadezco, que me siento muy chingona porque él no está, fue su elección y me basta con saber que a pesar de ello sigues amándolo profundamente y yo nunca podré ser madre y padre a la vez (ni Dios lo mande), pero cuando te observo ser tan inocentemente sabia, cuando veo que tu respuesta a todo es siempre un sí a la vida se que no lo estoy haciendo mal.
No obstante, ahora puedo ser honesta y decirte que a veces me he quedado sin fuerzas, me he sentido pequeñita, sóla e incapaz para lo que viene cada día: esa aplastante rutina. Hay días en que no quisiera ni levantarme para poner el pie en la calle, el taxi, la combi, el tren, el metro, la avenida, la oficina….y así…; y sin embargo, me niego a decir que eres mi motivo, mi motor en la vida. De ser así estaría invalidando totalmente mi propia fortaleza y al mismo tiempo dejando sobre ti una carga muy pesada que no te corresponde.
No eres tú quien debe cargar conmigo y sin embargo ¡eres tú quien me enseña tanto!
Me viste llorar, no se que habrás pensado, llorabas también, ¿quién no con el manotazo que pegué en el escritorio? Si a mi en la oficina me dieran uno así por un error, seguro no lo aguanto.
Lo siento, tienes que saberlo: a veces tu mamá pierde el radar. No me disculpes, no me comprendas, tan sólo que te quede claro: mis dos cosas preferidas en esta vida han sido mirar el mundo trepada en un eucalipto y en primerísimo lugar, ser tu mamá.
Me voy, ¡estoy lista para tu abrazo!